Aaliyah: la edad de la inocencia.

Por Kevin Alcaraz

Armada con un grupo superlativo de colaboradores y una intachable escuela de soul urbano neoyorquino, baby girl apareció en un momento clave en la música para servir de puente entre el R&B y el hip-hop más clásico; solo para que poco después la fortuna truncara su resplandor de la forma más cruel posible, dejando atrás la estela de su luz y una historia llena de hipótesis.

Apenas cobró conciencia en la infancia, Aaliyah se encontró a sí misma en una posición inmejorable para convertirse en la próxima Janet Jackson de la industria; a quien, por cierto, idolatraba con intensidad desde temprana edad.

Siendo sobrina de Gladys Knight -importante exponente de la Motown en los sesentas- y Barry Hankerson -fundador de Blackground Records-, se le invitó a cantar e ir de gira con su tía a los doce años, y a firmar con la disquera de su tío a los catorce.

Cuando por fin se publicó Age Ain’t Nothing But a Number en 1993, la atención sobre este fue inmediata. Los sencillos Back & forth y At your best (You are love) -original de los Isley Brothers– aprovecharon la larga lista de contactos de sus promotores y productores, entre ellos un jovencísimo Robert Sylvester Kelly, para escalar con vehemencia en las listas de popularidad.

“I won’t reveal my age, but I’m in my teens, I’m still in high school, you know I don’t tell my age, it’s a secret.”

Aaliyah.

De hecho, R Kelly – de entonces veintisiete años- no solo compuso y produjo el álbum, sino que se tomó demasiado en serio su título; pues, convenció a su discípula -de quince años- de alterar su edad legal para casarse con él en completo sigilo. Algo que a estas alturas se antoja apenas como un día de campo para el largo historial de ofensas sexuales sobre el cantante.

El matrimonio fue anulado en breve, luego de que se ventilaron los rumores sobre la relación. Y, aunque Kelly no volvió a trabajar con Aaliyah; como siempre pasa que la atención se va con el abusador y no con la víctima, esta lidió por el resto de su carrera con las incesantes preguntas sobre el fugaz amorío que tuvieron.

Ya con nuevo equipo de trabajo, liderado por unos desconocidos Missy Elliott y Timbaland, llegó One in a Million (1996) con una propuesta más electrónica y fraseada que su predecesor. El tema homónimo e If your girl only knew sirvieron de molde para la música R&B y pop de la época; incluso, extendiendo su largo brazo hasta la actualidad. El álbum terminó vendiendo once millones de copias en el mundo.

“She doesn’t try to assume emotions she’s never felt or take on material outside her range of experience.”

Washington Post.

Tras este éxito, Aaliyah firmó como rostro de la marca Tommy Hilfiger. Aparecieron fragancias y pantalones holgados acompañados de blusas que mostraban el ombligo por doquier. Su imagen cobró una sensualidad inocente capaz de despertar también una inaudita seriedad; algo así como una femme fatale neo-noir tomada de Veronica Lake que igualmente inspiró a las TLC y Destiny’s Child.

Sin embargo, el punto más alto llevaría con su incursión en el cine. Primero, con temas para bandas sonoras como Are you that somebody? (Dr. Dolittle, 1998) y I don’t wanna (Next Friday, 2000); y luego como actriz en las cintas Romeo Must Die -la cual incluyó Try again, la única canción en la historia en llegar al número uno de Billboard sin haber sido lanzada como sencillo- y Queen of the Damned. Para ese entonces ya se le conocía como la Princesa del R&B.

El siguiente álbum se tituló Aaliyah (2001). Contenía otra serie de canciones importantes como los sencillos We need a resolution, More than a woman y Rock the boat. Por tanto, el equipo productor emprendió una frenética gira para grabar los videoclips de cada una de estas piezas; sin embargo, luego de rodar el último de ellos en las Bahamas, sucedió lo peor.

El 25 de agosto de aquel año, Aaliyah y su plantilla contrató un Cessna 404 de regreso a Estados Unidos, y en cambió, la aerolínea les envió un Cessna 402 -un modelo bastante más pequeño y menos potente que el solicitado-. Así, entre que la tripulación estaba impacientada por el tiempo, que cargaron en el avión más de 320 kilogramos de sobrepeso, que iba un pasajero más de lo permitido, que la compañía aérea no estaba certificada para operar en las islas atlánticas, que el piloto volaba sin licencia, que incluso era apenas su segundo día de trabajo, que tenía drogas y alcohol en su sangre, y quien, además, hacía dos semanas había sido acusado por cargos de posesión de cocaína, pues la aeronave no logró despegar, estrellándose con unos arbustos a unos 60 metros al final de la pista. Las nueve personas a bordo perdieron la vida.

“The pilot tried to convince them the plane was overloaded, but they insisted they had chartered the plane and they had to be in Miami Saturday night.”

Lewis Key.

Después de ese fatídico día, las poquísimas escenas que había grabado para la saga de Matrix debieron ser regrabadas, y el recién publicado álbum escaló de inmediato del puesto 91 al primer lugar de ventas en el mundo. De hecho, con la muerte de George Harrison en noviembre del 2001, el tema My sweet lord desplazó a More than a woman en Billboard, siendo la única vez en la historia en que dos canciones póstumas lideraron las listas de popularidad.

Por increíble que parezca, apenas el pasado otoño se liberó por completo su catálogo discográfico para los servicios de streaming. Y es que, revisitarlo es reafirmar que Aaliyah no fue una baladista noventera como Mariah Carey o Whitney Houston; pero tampoco fue una estrella pop adolescente como Britney Spears o Christina Aguilera; sino que, gracias a su teatralidad fresca y genuina, se le vio siempre como una extraña figura de juventud y madurez.

Sin embargo, cabe recordar que su partida fue a la ridícula edad de 22 años. Lejos quedó de siquiera sumarse al club de los 27, la edad en que los cánones dictan se alcanza la verdadera madurez artística.

Innegablemente, durante las últimas dos décadas, Aaliyah ha merecido más atención como estrella difunta, y más aún la ameritó en vida. Se le debió cuidar con más ahínco el día de su muerte, los meses que pasó con R Kelly -quien este verano por fin fue condenado gracias a veintidós cargos federales por abusar de once menores de edad entre 1994 y 2018-, y los años en que se le obligó a crecer demasiado pronto.

“Back in the 90s, people weren’t really doing R&B across progressive beats like Aaliyah.

Nao.

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