Por Kevin Alcaraz
Escribir, componer y crear suele ser tan vital para algunos como respirar; hacerlo sin rodeos, adornos o diminutivos, siempre se agradecerá; convertirse así en la estrella femenina más condecorada en las listas semanales de Billboard, resulta algo extraordinario; luego, no dejarse arrastrar por el éxito e ir por la vida sin tanta fanfarria, pues es cuando menos sensacional. Todo esto describe parcialmente a una de las figuras musicales más influyentes de todos los tiempos, y quizá la más definitoria de la generación noventera.
Nacida en la capital canadiense a mediados de los setenta, Alanis Morissette mostró sus dotes artísticos desde la temprana edad de siete años. Sin embargo, sus clases de piano y ballet se vieron interrumpidas un tiempo después cuando participó en cinco episodios del programa infantil You Can’t Do That on Television, transmitido por Nickelodeon.
Por fortuna, lejos de presagiar a una estrella infantil, estas apariciones financiaron los primeros demos que terminaron por materializar su álbum debut titulado simplemente Alanis.
Con solo 16 años cumplidos y un dance-pop pegajoso, era casi imposible pasar por alto tan inocente imagen; sin que alguien sospechara los múltiples abusos sexuales que sufrió durante esta época y que no revelaría sino hasta 2014.

En 1992, con Now Is the Time, su siguiente trabajo, Morissette logró colocar algunos sencillos en las listas de popularidad de Canadá; aunque, estos marcaron el fin de una etapa más que superflua para ella. Decidió empacar sus maletas y dirigirse a Los Ángeles esperando dar con el sonido que verdaderamente estaba buscando.
Cuando por fin Maverick Records -sello fundado por Madonna– confió en esta indefensa y desamparada chica canadiense, Jagged Little Pill comenzó a gestarse. Se trata de un trabajo casi grunge completamente alejado de los anteriores, de donde se desprendieron 6 de los sencillos más sobresalientes de la década con You oughta know, Hand in my pocket, Ironic, You learn, Head over feet y All I really want, y cuya influencia trasciende ser el segundo álbum femenino más exitoso de la historia gracias a las más de 30 millones de copias que vendió.
Los primeros en darle difusión a estas canciones fue la ilustre emisora KROQ-FM, luego llegó la MTV, y de allí, Alanis se catapultó hasta la estratosfera. Prácticamente de la noche a la mañana, pasó de presentarse en bares locales a programar una ambiciosa gira mundial de más de 300 fechas, con Taylor Hawkins en la batería y Radiohead como teloneros.

Entre la repentina y abrumadora fama que cobró, los cuestionamientos sobre si You oughta know estaba dirigida a su exnovio Dave Coulier, las críticas de que Ironic en verdad trataba sobre coincidencias y no ironías, de si en verdad había logrado transportar la fuerza del disco a los escenarios, más una excelente colaboración para la cinta City of Angels con el tema Uninvited, Morissette necesitaba darse un respiro.
A continuación, viajó a la India, en lo que ella misma llamó “un viaje notable de iluminación espiritual”, buscando conectarse con lo más profundo de su ser.
Un poco temerosa del mito de la “estudiante de segundo año”, dominó diferentes técnicas de meditación y escribió canciones aún más personales y encriptadas, las cuales terminaron por componer el siguiente álbum Supposed Former Infatuation Junkie publicado en 1998.
Si bien no contaba con la misma impetuosidad ni aclamación comercial que su sucesor, sí supuso la más que respetable cantidad de 10 millones de copias vendidas a nivel mundial. Thank u, So pure, Unsent, Joining you y That I would be good, aunque algo introspectivas, fueron recibidas con entusiasmo entre los fanáticos, además de dejar servido uno de los mejores y menos recordados unplugged de los noventa justo en el ocaso de la década.

Pese a que la relevancia no la abandonó apenas entrado el nuevo milenio, Alanis contaba cada vez con menos difusión con cada álbum que publicaba. Aun así, el sencillo Hands clean, desprendido de Under Rug Swept en 2002, debutó en lo más alto de Billboard; un hito que no se volvería a repetir.
So-Called Chaos publicado en 2004, llegaba con una crudeza social y poesía experimental como no había sucedido hasta entonces. Ese mismo año, Morissette se comprometía con Ryan Reynolds e hizo una épica aparición en los premios Juno, cuando se presentó en bata de baño para luego quitársela y revelar un traje color carnación con pezones y vello púbico para hablar sobre la censura en la industria del entretenimiento.
Luego de pasar un tiempo concentrada en movimientos de concientización social, algunas colaboraciones en películas y series, e incluso parodiar My humps de los Black Eyed Peas -es decir, cualquier cosa que la alejara de las largas jornadas laborales por un tiempo- Alanis publicó Flavors of Entanglement y Havoc and Bright Lights con la menor intención de recuperar su estatus de estrella, sino para expresar la catártica transición de su conflictiva relación con Reynolds a su actual esposo Mario Treadway.

Los años pasaron para ella y su familia, y en lo que parecía sería su triunfal regreso con el álbum Such Pretty Fork in the Road, cantando mejor que nunca, escribiendo con una insólita conciencia, sin mencionar el reciente estreno del musical Jagged Little Pill con algunos de los temas más recordados de la cantante; lastimosamente la pandemia por la COVID-19 frustró todo plan trazado.
Aunque en el aparente anonimato, al día de hoy, Morissette ha logrado reconectar con su aún extenso grupo de fans gracias a los sencillos Reasons I drink, Smiling y Ablaze. Además, Jagged Little Pill ha cosechado toda clase de elogios al ser nominado para 15 premios Tony.
Por otro lado, trabaja ocasionalmente en su podcast y como columnista en para la revista Guardian Weekend. Naturalmente, un talento tan brillante, singular y genuino como el de ella encuentra siempre una forma de espabilar.
Por último, cabe mencionar que Alanis es una fiel practicante de la técnica de escribir al menos 30 canciones por proyecto para solo lanzar las que considere mejor. Sabe reírse de ella misma y de su mundo, exponer su psicología y las complejidades del feminismo como ninguna otra cantautora lo ha hecho antes. De hecho, mucho le deben otras figuras como Shakira, Avril Lavigne, Florence Welch, Fiona Apple o P!nk. Sin duda, se trata de una inmutable fuente de filosofía y música, cuyo confesionario siempre se ha encontrado en el invisible espacio entre la pluma y el papel.