“Barn” suena a tus tíos fanáticos del rock sureño tocando en el granero a las 2 de la mañana.

Por Hendryshot

Neil Young tiene una larga y aclamada carrera. En su cuadragésima primera entrega discográfica nos trae “Barn” junto con su banda Crazy Horse. ¿Será posible que después de tantos años, le queden cosas relevantes que decir?

Young se escucha cansado y débil.

A pesar de que nunca fue un cantante excepcional, su garganta no es la de antaño. Para demérito del espectador: durante diversos momentos de la duración del disco los instrumentos sobrepasan su voz. En “Barn”, los fraseos vocales  generalmente se sienten carentes de ingenio y probablemente hubiera ayudado utilizar el recurso de cantantes de apoyo en más pistas como en Human Race y Welcome Back.

Las actuaciones de Billy Talbot, Ralph Molina y Nils Lofgren (Crazy Horse) funcionan dentro de este campirano universo; están ahí para añadir colores y sabores, sin sobresalir, a la experiencia  planteada por Neil Young. La música está pensada meramente como un acompañamiento, como el adorno que resalta la poesía del cantor durante los 43 minutos que dura el material.

La perspectiva desde la experiencia es diferente a la de la juventud.

El recorrido artista “Canericano” nos habla desde el ocaso de su vida sobre temas incómodos como el peligro ecológico y corporativo; pero disfrazándolo de simples canciones y escondiéndolos entre cursis poemas de amor.

Young ya no habla como un jovial protestante, sino lamentándose y con la mirada hacia el pasado. Nos dice: “¿Quién salvará a la humanidad?” como un hombre sabiendo que el mundo ya no le pertenece. Se rinde dando un satírico testimonio de lo que su generación ha logrado bajo un perturbador “Change Ain´t Ever Gonna”, probablemente con la esperanza de despertar algunas imberbes conciencias.

Para terminar, Neil nos dice el mensaje más importante repetitivamente y sin rodeos:

No te olvides del amor.

Probablemente la canción mas memorable de “Barn”, “Don´t Forget Love” funcionaría con casi cualquier interprete debido a su simpleza y universalidad. ¿Cuantos problemas y situaciones serían mucho mejor si la humanidad recibiera ese mensaje y no se olvidara del amor?

La  ejecición vocal de Neil Young deja mucho que desear, y se puede argumentar que el mundo ya tiene  suficientes canciones de rock. Pero mientras otros artistas están enfocados en crecer su marca y ser tendencia él intenta desde su púlpito dejarnos algo de valor.

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