Baúl de Jack 1965: Highway 61 Revisited.

Por Kevin Alcaraz

En el marco de la escalada militar estadounidense en Vietnam y la fallida iniciativa antipobreza de la administración Johnson -sin mencionar las frescas llagas por el asesinato de Kennedy-, Bob Dylan se conectó a la corriente eléctrica, creando así nuevos conceptos en la música universal. Con esto, se erigió como un líder moral en su sociedad y el mejor representante de América contra el apogeo de la invasión británica.

Con la publicación de exitosísimo sencillo Subterranean homesick blues en febrero de 1965, aunado a los álbumes The Freewheelin’ Bob Dylan (1963) y The Times They Are A-Changin’ (1964), Bob ascendió indiscutiblemente, junto a su próxima esposa Joan Baez, al trono del folk norteamericano.

Sin embargo, a partir de su reciente encuentro con los Beatles y una intensa insatisfacción por el rumbo que tomaba su carrera -al punto en que incluso consideró retirarse de la música- decidió adentrarse en el más inexplorado de los territorios.

Así, a mediados de aquel año dio su primer concierto eléctrico en el Newport Folk Festival causando el abucheo de los más puristas del género. Esto alzó una pregunta clave en Dylan: ¿se habrán resistido al nuevo sonido por ser malo per se, o por no haber sido lo suficientemente ruidoso? Acto seguido, armó un grupo de músicos para que le acompañase en la búsqueda por el mejor folk rock que alguna vez se podría componer.

“They can boo until the end of time. I know that the music is real, more real than the boos.”

Dylan.

Iluminado por Like a rolling stone -tema recién compuesto a partir de un exhaustivo ejercicio de liberación creativa de unas veinte páginas- y la icónica Autopista 61 -la cual conecta a Canadá con el sur de Estados Unidos; y que, además, pasa por donde dejaron huella algunos de los fundadores de la canción contemporánea como Muddy Waters, Elvis Presley y Robert Johnson-, Bob entró al estudio con un hambre jamás mostrada por otro artista desde entonces.

De hecho, el álbum abre con Like a rolling stone; canción parcialmente inspirada en La bamba de Ritchie Valens, así como en las vivencias del propio cantante dentro de la fábrica de Andy Warhol, y que cambiaría el escenario pop sesentero y universal de forma permanente. Siendo algo jovial, un poco vengativa, muy cerebral, y extremadamente memorable, el sencillo redefinió la historia de los sencillos, que por aquellos años solo duraban tres minutos y promovían “valores positivos” en la radio nacional.

“When I heard Like a rolling stone, I wanted to quit the music business, because I felt: ‘If this wins and it does what it’s supposed to do, I don’t need to do anything else’”

Zappa.

Tombstone blues es un recital de dos versos sobre algunos personajes históricos -algo que practica Dylan con frecuencia- como Belle Starr, Jack el Destripador, Juan el Bautista, Ma Rainey y Beethoven.

Un blues anarquista de antología que invita a lo absurdo y al cuestionamiento de los legados según las circunstancias de cada individuo.

It takes a lot to laugh, it takes a train to cry es quizá la canción más blues que ha compuesto Bob en su carrera. Concebida durante las sesiones de grabación, carga con toda la sensacional herencia afroamericana que dominó los campos de algodón en el sur de Estados Unidos. Un himno sutil y sensual.

De vuelta al folk -con guitarras eléctricas-, From a Buick 6 también recoge el pasado para hacer gala de la inmaculada escuela musical de Dylan, en particular aquella impartida por Sleepy John Estes, Charlie Patton y Big Joe Williams. Un tema que navega por las crueldades del mundo con maestría.

Por su parte, Ballad of a thin man, desprende a Bob de su guitarra y armónica para hacerse uno con el piano. Una protesta que describe la psique del cantante como pocas canciones de su repertorio lo han vuelto a hacer; y que, además, está endulzada con el enigma de saber quién es Mr. Jones. Sin duda, uno de los puntos más altos del álbum.

Queen Jane approximately vuelve al camino del tema apertura, solo que en sentido contrario. En una de las pocas muestras de optimismo mesurado, el tema -a pesar de contar con una genérica estructura de ABAB- desprende magia y da muestra de la acidificada relación que tenía el cantante con Baez a mediados de los sesenta.

Highway 61 revisited no solo es una insignia del álbum, sino de toda la carrera de Dylan. Una auténtica declaración de principios cantada a manera de una pieza con cuatro actos cuyas problemáticas deben ser resueltas en dicha autopista: las dificultades de la comunión familiar, la precarización social, el materialismo obsoleto, y los conflictos políticos.

“Highway 61, the main thoroughfare of the country blues, begins about where I began. I always felt like I’d started on it. It was my place in the universe, always felt like it was in my blood.”

Dylan.

En otra clara muestra de su infinito catálogo creativo, Bob expone en Just like Tom Thumb’s blues seis versos sin coros en los que hace referencia a los vicios, la vejez, los remordimientos y la memoria a través de otros personajes históricos como Malcolm Lowry, Edgar Allan Poe y Jack Kerouac. Meticulosa y profunda; una excelente canción.

Por último, con Desolation row se retorna al folk más característico de Bringing It All Back Home (1965). Una entropía de once minutos que visita a Einstein, Nero, Noah, Caín, Abel, Ophelia y Romeo; y que, gracias a su sensacional riff flamenco, contrapone sus hermosas notas con la brutalidad de sus letras. Un himno para la posteridad.

Además de estas nueve fenomenales pistas, Dylan compuso aquel año muchas otras canciones que no verían la luz sino hasta décadas después gracias a los compilatorios que serían publicados en el nuevo milenio.

De hecho, 1965 es recordado hasta la fecha como un momento crucial en la industria, ya que inauguró la era de los álbumes dentro del mainstream, gracias precisamente a la aquella Autopista 61 y al Rubber Soul de los Beatles -dos producciones dignas del olimpo musical, y de los primeros y poquísimos trabajos con notas perfectas en los más prestigiosos canales y revistas como AllMusic, Rolling Stone y Entertainment Weekly-.

Con Highway 61 Revisited, Bob Dylan dio luz verde a futuros actos para alfabetizar la música, ser más propositivos y a hacerse las preguntas correctas. Prendió fuegos artificiales dentro de un género inflexible e hirió el alma de la sociedad plantando semillas de cambio como solo el mejor poeta de su generación podía hacerlo.

Elvis freed your body; Bob Dylan freed your mind.”

Springsteen.

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