Baúl de Jack 1977: Rumours.

Por Kevin Alcaraz

Durante los años setenta, la larga estela de la cultura hippie y su excesiva permisividad seguían vigentes en California, especialmente, entre las estrellas del entretenimiento. Reagan acababa de dejar la silla de gobernador, con indulgencia se creía que la cocaína no era adictiva, y el hedonismo reinaba entre las elites. Pues, justo en este contexto, un grupo de jóvenes elaboraron una auténtica novela musical, que, bajo su alegre superficie, se esconde un corazón abrumado, que sigue siendo tan frágil y apasionante a más de cuatro décadas de distancia.

Luego de haber resurgido como banda después de los tiempos de Peter Green y Bob Welch, Fleetwood Mac -ahora con integrantes norteamericanos- lanzó su álbum homónimo en 1975. Fue tal el éxito que de inmediato hicieron presencia las drogas en el seno del grupo, quienes, de pronto, se encontraron en el centro de las expectativas del exigente público y la prensa más amarillista.

De forma simultánea, cada integrante agotaba su paciencia con respecto a sus parejas. Los McVie, Christine y John (la hermosa pájara cantora y el viejo mueble de roble) se divorciaron tras ocho años de matrimonio; Stevie Nicks y Lindsey Buckingham (la gitana con pandero y el genio de la lámpara) ya no se hablaban luego de seis años de relación; y Mick Fleetwood (el patriarca sabio) descubrió que su esposa le era infiel con su mejor amigo.

Con estas heridas frescas y contando con un presupuesto ilimitado para producir el siguiente trabajo, la banda se mudó a Sausalito, California la primavera de 1976, para aislarse del bullicio exterior y canalizar el desasosiego de su núcleo en la nueva música. El resultado terminó siendo Rumours, el álbum donde mejor han convergido en equilibrio el blues británico y el rock americano.

“The band would come in at 7 at night, have a big feast, party till 1 or 2 in the morning, and then when they were so whacked-out they couldn’t do anything, they’d start recording.”

Chris Stone.

El primer tema es Second hand news. Este, fue compuesto íntegramente por Buckingham, quien explora a través de una ejecución jocosa las penas de ser un amante no correspondido. Además de una temática aventurera -producto de las nuevas relaciones amorosas del cantante por aquellos años-, cuenta con importantes elementos celtas que hacen a la canción ser una de las más recordadas entre fanáticos, a pesar de no haber sido promocionada como sencillo.

Dreams es quizá la máxima gema en la vasta discografía de la banda. Materializada por Nicks en tiempo récord, en primera instancia no gustó a los demás miembros por su simpleza. Bastó un par de intervenciones de Lindsey en la elaboración para crear un elemento axial entre secciones y por fin dar con el producto final. Una pieza hermosa que advierte el desaire del amor, lo que fue y lo que se perdió. Un auténtico boceto de soledad.

Por fin llega algo de esperanza con Never going back again. Buckingham revisita sus recientes cortejos afectivos dando cátedra de su impecable y sensible técnica a la guitarra. Siendo que generalmente toca con los dedos y no con púa, son este tipo de canciones las que lo colocan como uno de los músicos más subestimados en la historia del rock.

Christine debutó como compositora en el álbum con Don´t stop. Dadas las tensiones en la banda, McVie propone un tono positivo y resiliente, salir adelante como proyecto con la promesa de que el tiempo solo dejará cicatrices. Ahora, si bien el dúo vocal entre Nicks y Buckingham es el más recordado, cuando Christine y Lindsey se juntaban, resultaba en una combinación colorida y encantadora, tal y como testifica este tema.

Go your own way se alzó rápidamente como la canción insignia de Fleetwood Mac.

Obra de Buckingham que expone a manera de punzante cardiograma cómo era su relación con Stevie, acusándola incluso de ser una ingrata cobarde. Además, el heroico solo de guitarra en su coda, más el ritmo con patrón four-on-the-floor inspirado en Street fighting man de los Rolling Stones, proyectaron a la banda hasta la estratosfera.

Uno de los temas más menospreciados de la banda es Songbird. Christine compuso una hermosa pieza al piano por enésima vez, cuando se encerró en un auditorio en un ambiente solemne para confesar que le deseaba todo el amor del mundo a su exmarido John, pero, sobre todo, deseaba dárselo ella misma.

Irónicamente, The chain fue la única canción en la que todos los miembros colaboraron en su concepción. Fue creada a partir de un montón de obras independientes e inconexas para luego ser unidas metafóricamente como una cadena inquebrantable. Algo recurrente en la banda, el clímax final del tema se guarda como una joya no perecedera de la música.

Siendo la canción más positiva del álbum, You make loving fun se grabó durante los peores días de Fleetwood Mac. Aunque (porque) estaba dedicada al entonces novio de Christine -un miembro del equipo de iluminación- ningún integrante se hablaba con otro; lo que es peor, Lindsey y Stevie no podían ni verse en persona.

I don´t want to know fue la última pieza invitada en Rumours, ganando la carrera a Silver springs, ambas compuestas por Nicks. Con un corte cuasi country, esta, retrata los caprichos sentimentales desde una óptica brillante, pero con un tremendo subtexto pesimista. Otro tema sumamente menospreciado.

Christine hace su aparición final con Oh daddy, una canción que se cree trata sobre Mick Fleetwood -la figura más respetada en la banda-; sin embargo, su claro tono sarcástico y la extrema autoflagelación que practica, delatan que la letra no podría tratarse de otro que de John McVie.

El álbum cierra con Gold dust woman, compuesta por Nicks. Esta no deja ver con transparencia su significado, siendo que la misma Stevie declara algo diferente cada que se le cuestiona sobre lo que quiso decir con la canción. La interpretación más aceptada es que trata sobre la relación que tiene una estrella en ascenso con los nuevos retos que esto implica. Un cierre que, si bien no es impetuoso, sí que cumple su función como epílogo reflexivo.

Las cuentas finales dictan que Rumours ha vendido más de 45 millones de copias, colocándose cómodamente en el olimpo de las producciones discográficas de todos los tiempos. Sin embargo, por increíble que parezca, el álbum tuvo un éxito frenético en un inicio, se estancó por años, y fue solo hasta hace un par de décadas que cobró un estatus de culto. Muestra de ello es que durante sus primeros meses se colocaron 10 millones de ejemplares; luego, en 1980 alcanzó tan solo los 13 millones. Los 20 millones llegaron hasta 1987, los 30 millones en 2004, y, actualmente, se estima que las ventas ascienden a cerca de los 50 millones.

Ahora, al margen de los números, lo que es innegable es que se trata del mejor trabajo que vio uno de los años más gloriosos en la historia de la música reciente. Entre que se publicaron -entre otros- Saturday Night Fever, Exodus (Bob Marley & The Wailers), Slowhand (Eric Clapton), Bat Out of Hell (Meat Loaf), Animals (Pink Floyd), News of the World (Queen) y Never Mind the Bollocks (Sex Pistols), por superlativos que estos fueron, ninguno superó lo hecho por Fleetwood Mac.

Y es que, pocas veces se ha visto un grupo de músicos tan inspirados como lo estuvieron Lidnsey, Stevie, John, Christine y Mick a finales de los setenta; pues, fue justamente durante la época en que la música proponía que el individuo debía combatir el Estado y usar zapatillas los sábados por la noche, en que Rumours planteó una serie de ideas humanistas que chocaron con tanta intensidad que se amalgamaron en un producto único y secular.

Fleetwood Mac logró un auténtica hazaña artística.

Tomaron los escombros de la vida real, sus disfuncionales relaciones sentimentales y el constante acecho de no cumplir las expectativas propias y ajenas, para componer un álbum, que, si bien no cambió las reglas de juego, simplemente se trata un trabajo perfecto.

“If we’d been a big healthy great group of guys and gals, none of those great songs would’ve been written, you know?”

Nicks.

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