Baúl The Jack 1983: Scarface.

Por Kevin Alcaraz

¿Qué pasa cuando cuatro de los hombres más sobresalientes en el negocio cinematográfico se combinan y logran, quizá, el mejor trabajo individual en sus carreras en pro de una misma obra? Seguramente, el resultado brillará tanto como lo ha hecho Scarface por cerca de cuarenta años.

Brian De Palma, Giorgio Moroder, Al Pacino y Oliver Stone son los sujetos en cuestión.

Si bien, De Palma puede presumir haber dirigido películas épicas como Carrie y Mission Impossible; Moroder ser el responsable de inolvidables scores como American Gigolo o Flashdance; Pacino haberle dado vida a personajes entrañables como Michael Corleone y Frank Slade; y Stone ser creador de algunos de los mejores guiones en Hollywood como Platoon o Natural Born Killers*, los cuatro estarán de acuerdo en que lo logrado con Scarface es especial, particularmente, por converger en el mundo ideal para ellos; en el que reinan las drogas, el poder, el sexo y la violencia.

La trama, como buena herencia de Macbeth, sigue el inexorable ascenso y trágica caída de Tony Montana, un ¨marielito¨ que tras ser recluido rápidamente se convierte en un matón de la mafia miamense. Después de varios trabajos logra escalar en la confianza del patrón (Robert Loggia) hasta tener el suficiente poder para asesinarlo, quedarse con su mujer (Michelle Pfeiffer) y reclamar el trono vacante del inframundo.

Durante su trayecto, Tony descubre la definición de corrupción burocrática y atestigua cómo las relaciones familiares pueden deteriorarse a causa de la ambición y la paranoia hasta desembocar en un final siniestro.

Es bien sabido que Scarface está inspirada en la película homónima (1932) de Howard Hawks y protagonizada por Paul Muni, sin embargo, el arco narrativo de Tony Montana es mucho más endurecido con respecto al de Tony Camonte. El culpable de esto no es otro que Oliver Stone quien, gracias a que ya gozaba de cierto reconocimiento, impulsó adaptar la historia original, de la cual no era gran admirador, en una versión actualizada de uno de los grupos más precarizados en Estados Unidos como lo son los inmigrantes cubanos.

Naturalmente, quien se lleva los reflectores es la actuación de Al Pacino que, aunque exagerada para algunos, probó su capacidad para interpretar toda clase de criminales.

Michael Corleone, por ejemplo, era hábil e inteligente, en contraste con Tony Montana quien es imprudente e irracional.

Por otro lado, De Palma logró plasmar con maestría la ironía en cada centímetro de la pantalla. Bajo el lema de ¨The World Is Yours¨ Brian encogió el mundo de Tony a cada escena y cada secuencia hasta que no quedó nada de él. También implementó primeros planos para destacar las armas, por ejemplo la motosierra, como si fueran instrumentos de placer. El trabajo de dirección fue tan brillante que consiguió que el público agitara las manos y rechinara los dientes durante algo más de dos horas sin parar.

La selección de canciones en Scarface es otro de los puntos altos del filme.

Giorgio Moroder acertó al optar por temas New Wave, siendo que la opción sencilla era hacer un score pop. She’s on fire de Amy Holland, Tony’s Theme de propio Giorgio, Shake it up de Elizabeth Daily y, por supuesto, Push it to the limit de Paul Engemann son canciones extravagantes en su superficie, pero incómodas en el fondo, justo como es la película y sus personajes, especialmente Tony.

Ni la MPAA (Motion Picture Association) ni la audiencia recibieron con entusiasmo a la cinta en un principio.

En medio de disputas entre el estudio y De Palma por obtener la ¨Clasificación R ¨ en lugar de ¨ Clasificación X ¨ y la polémica publicación del corte original, Scarface solo logró recaudar $65 millones a nivel mundial aquel año; cifra lejos de los $108 millones de Terms of Endearment o los $90 millones de Trading Places; y ni hablar de los $475 millones de Star Wars: Return of the Jedi.

Aún así, pasados los años, no se puede negar que el impacto de Scarface en la Cultura Pop es incalculable. Cómodamente se ha ubicado en el olimpo de las películas de gangsters y ha sido referenciada en una cantidad enorme de producciones y eventos. Ya sea por Nas y Jay-Z, Razor Ramon, la Montana Management Corp. propiedad de la familia Hussein, o por el grandísimo tributo que le rindió Rockstar en Grand Theft Auto: Vice City, Scarface y su legado están lejos de morir. 

De hecho, en los últimos veinte años se han visto múltiples intentos por crear una secuela o un remake, e incluso se rumorea que los hermanos Coen tienen ya escrito el guión que traería de vuelta a Tony y sus amigos, y que solo están a la espera del momento adecuado para empezar a rodar

Entender el por qué Scarface es tan querida puede ser estudiado desde diferentes aristas y va más allá de lo hecho por Brian, Giorgio, Al y Oliver.

Al margen de haberse aventurado a presentar un protagonista latino que cayó tan rápido como ascendió al poder y conformarse con una clásica tragedia shakesperiana, su principal carta de presentación es lo poco sutil que resulta. Es decir, no busca pequeños gestos, sino emociones fuertes y directas. Scarface expone las dos caras de una misma moneda: el crimen sí paga con toda su gloria y la justicia poética sí prevalece con todos sus horrores.

*Historia original por Quentin Tarantino.

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