De dinosaurios y brevedades: a 19 años de Monterroso.

Por César Salazar

La brevedad es un hilo que nos conduce al infinito. Y cuando uno piensa en breve, no hay vuelta atrás. De entre la seducción que contiene la fugacidad del instante y las elucubraciones que paren los noctámbulos al amanecer: si leemos una frase con una referencia histórica o una simple ocurrencia cotidiana cuya agudeza es difícil de interpertarse, nos encontramos ante la vastedad de ideas y recursos literarios que contiene una minificción. Y es Augusto Monterroso quizá el padre canonizado del género, a quien celebramos su aniversario luctuoso.

Una minificción es un género que se ha puesto de moda. Quizá es porque es más fácil escribir en breve (para algunos): frases reflexivas o aforismo que nos reinventen de lo cotidiano, escenarios que surjan como ocurrencias en medio de un viaje en autobús.

Y pudiera aún decirse, que es un minirelato de arte simple, al cual todos logran acceder al momento, algunos otros comprenderlo y sólo unos pocos la capacidad de aprehenderlo en su totalidad. Para inducirse en el género basta con saber utilizar el ordenador o teclear alguna publicación en redes sociales. Ante la necesidad por ser visible en la red, impulsados por algun sentimiento angustioso, por alguna necesidad de purgar el instante que jamás vuelve, por ahí dirían lo poetas que habitan en ese intersticio entre la ensoñación y la palabra.

Esto, por que el género se ha abierto lo suficiente como para dotarle de categorías diversas: prosa poética, cuentito super corto, frase intertextual, elipsis aguda, o aquel padecimiento de muchos escritores legos por vaciar una reflexión en corto.

Pero la minificción camina un tanto más allá.

Es preciso entonces adivinar y revelar al oráculo de la minificción, al maestro del género (valga el atrevimiento) de los cuentos breves y los hiperbreves.

Augusto Monterroso siempre se declaró guatemalteco a pesar de haber nacido en Honduras y radicar México la mayor parte de su vida.

En sus primeros años (de los 16 a los 22) experimentó el exilio, pues con ayuda del cónsul mexicano en Guatemala, huyó a México para ser prisionero político bajo la orden del dictador Ponce Valdés. Esto debido a su trabajo periodístico en aquel país, cuya escritura siempre fue directa y su intención denunciar un régimen de injusticia.

Bastaría mencionar esto, la dictadura en America Latina, pero sé que no es necesario hasta este punto. Lo que sí es meritorio es comprender que su voz siempre fue (lejos de pregonar cualquier ideología) el habitante de un universo minúsculo.

Luego de sortear su libertad comenzó a figurar en revistas literarias en México. Hasta entonces era un autor desconocido y su relación con la jet set de los escritores de ese tiempo era nula; pero a pesar del boom latinoamericano, Monterroso escribía airoso con su pluma interior.

No escribía mucho, pero decía lo suficiente como para haber establecido un género oculto en prosas milenarias de aforismos y fábulas ajenas a todo retruecano o acumulación de palabras.

En los años 50s y 60s pasó casi desapercibido debido al boom latinamericano y la gran influencia de la novela de habla hispana en todo el continente.

Y aunque su nombre fue Augusto, jamás le hizo honor: buscando minucias en los entresijos de lecturas y experiencias.

El mundo de la literatura me queda grande

Monterroso

La parodia, la ironía o incluso la sátira son tonalidades que juegan en su estilo. Y es que intentar categorizarlo es hacer un recorrido por aquello que no encalla en ningún puerto visible, y más bien recorre un itinerario tan abierto que nada es permitido si no es la pura ficción sin fábula aparente.

Habrá quienes apunten que se debe tener una forma muy definida para que tenga las características de un cuento, con algunos atisbos de poesía, con ciertas reminicencias culturales, históricas, filosóficas.

Asentir siempre es una tarea infrahumana, el obervar y distanciarse a veces resulta más placentero. Pero hacerlo bajo alguna premisa es más valiente y sensato.

Por ejemplo la sentencia aforística que dice:

 “Sólo los abstemios piensan que beber es bueno”

Monterroso, Obras completas.

Es una ironía el pensar que alguien sin alcohol en la sangre pueda creer que la embriaguez es un sitio de envergadura o extensión moral; cuando uno bebe lo hace por que es malo, y es la mala conciencia lo que le brinda placer, o quizá resulta que el beber es tan bueno al final, que los abstemios se recluyen en la sobriedad para no colmarse, para no agotar dicha posibilidad de ser felices.

El dinosaurio

Dentro de la mística creación del autor, tenemos un cuento que es la minificción por excelencia. Reconocida mundialmente y aclamada desde su primera lectura, cuya ambiguedad nos permite acceder a una amalgama de posiblidades; llegar a los terrenos de la metaficción o incluso de aquella solemnidad quenos arrastra al misterio.

“Cuando despertó, el dinosaurio aún estaba allí.

Monterroso, Obras completas.

Resulta complejo atribuirle el ejemplo canónico de la minificción; pero si lo analizamos nos deja más que una afirmación sesgada, o alguna burda segmentación de género y estilo. Nos regala, en cambio, posibilidad e interpretación.

El dinosaurio bien puede entenderse dentro de diversos géneros literarios, si es que nos queremos poner críticos; pero sabemos a qué atenernos cuando tratamos de encasillar al autor y su obra en una taxonomía superflua.

La fantasía es un género que se hibrida a destiempo.

Pero cabe la posibilidad de que en verdad el dinosaurio estuviera esperando al personaje implícito, y le fuera a dar un final violento. Es obvio que Monterroso no creció pensando en el parque Jurásico, ni mucho menos. Pero la intepretación aún puede viajar más lejos.

Otra posibilidad latente es la de que el protagonista, que no es el dinosaurio claramente, despierte de su sueño y encuentre lo habitual: un dinosaurio que quizá le lamerá el rostro como signo de amor y compasión.

Y de ahí nos podemos poner más histriónicos o incluso eróticos, si imaginamos otro escenario en el que el Dinosaurio realmente sea el protagonista que se despierta y ve a su par; no hay misterio en eso, simple y sencillamente son unos Dinos que cohabitan en un entorno real y que se que sueñan dignamente.

Esto finalmente nos lleva a una última ocurrencia de que si dentro del discurso existe un apelativo. La mujer despierta y mira al hombre con quien ha dormido por décadas, y ahora ha adquirido una cualidad zoomorfica (quizá libidinosa u horrenda) y que éste la mira esperando a que se desperece para volver a lo cotidano, sea amor o hastío.

Ya que al final todos caemos en el vértigo de la interpretación; y sea talvez esa misma posibilidad la que nos levante de la cama para ir en contra de lo absurdo y fatal que es la presión del universo.

Ya que su lema siempre fue decir lo justo y dejar un gran paréntesis.

Obras consultadas:

1.- Veppo, M. J. (2018). ¿La trasgresión crea literatura? Un análisis de las fábulas de Augusto Monterroso. Sociales y Virtuales, 5(5)

Recuperado de http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/la-trasgresion-crea-literatura

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