Por Kevin Alcaraz
Alcanzar el éxito no es cuestión de azar; por lo general, se debe a la conspiración de una serie de inmensurables factores. Ahora bien, para ser la artista femenina más vendida del mundo en los últimos 25 años se requiere algo más que las convencionales condiciones necesarias a fin de ser relevante: han de sumarse, ser dotada de una voz angelical, una cándida presencia, contar con un equipo providencial de productores y, especialmente, haber ascendido en los tiempos en que las ideas comenzaban a ser más relevantes que la música misma o cualquier imagen personal.
Nacida la Navidad de 1971 como Florian Cloud de Bounevaille O’Malley Armstrong en Londres, Inglaterra, Dido fue bautizada así en honor a la reina de Cartago en La Eneida de Virgilio un tiempo después de su concepción.
Toda esta confusión sobre el origen de sus nombres, aunado a la inverosímil educación de sus padres la hicieron un niña distante e introvertida a muy temprana edad.
“To be called one thing and christened another is actually very confusing and annoying. It’s one of the most irritating things that my parents did to me.”
Dido.
Junto a su hermano Rowland, mejor conocido como Rollo, vivió en un mundo de fantasía de arte y literatura auspiciado por sus papás. La ausencia de cualquier televisión en casa a cambio de amplias bibliotecas, impidió en más de una ocasión que Dido pudiera sostener conversaciones triviales con sus compañeras de clase. Solo ella sabrá qué tanto influyó su vida social para que se enamorara de la música apenas tomara una flauta dulce en el colegio; pero así fue, desde pequeña encontró su verdadera vocación.
Luego de abandonar la escuela durante la adolescencia para deambular por los vicios del West End y Brixton, conseguir un trabajo nocturno y ahorrar el suficiente valor y dinero, persuadió a su hermano, quien ya figuraba como el genio detrás de la novedosa banda electrónica Faithless, a que le ayudara a producir sus primeros demos. Rápidamente, aprendió que debía iniciar un camino lejos de los territorios de Rollo, por lo que tomó sus raíces folclóricas irlandesas y su fanatismo por Duran Duran y Madonna para darle vida a su propia música.
Cuando por fin publicó No Angel en 1999, los primeros meses parecían presagiar un debut más que modesto. Todo cambió cuando los sencillos Here with me, Thank you y Hunter empezaron a ser usados para series y películas como Roswell, Love Actually y Sliding Doors. Sin embargo, el gran salto se dio gracias a la canción Stan de Eminem en la que no solo sampleo, sino que invitó a Dido a aparecer en el video musical, catapultando su fama en América.
“My rooms are getting bigger and bigger. But otherwise, it’s just the same old life.”
Dido
La genuina e inocente puesta en escena que proponía cautivo a los medios de inmediato. Por aquellos años, sus conciertos consistían en tomar el micrófono, cantar, agradecer al público al terminar e irse; no decía su nombre, mucho menos presentaba las canciones antes de interpretarlas. Imposible encontrar un producto tan atractivo y virgen como ella. Incluso la sencillez de su imagen se hizo tendencia cuando se popularizó el peinado Dido flip a inicios de la década.
Finalmente, No Angel terminó por vender más de 21 millones de copias en el mundo, siendo el mejor debut femenino en la historia del Reino Unido, el álbum más comercializado en el mundo durante el 2001, y el segundo más exitoso en Inglaterra en lo que va del siglo.
Tras ser la portada de la revista Vogue, componerle a Britney Spears su aclamado tema I’m not a girl, not yet a woman y colaborar con Faithless en el álbum Outrospective, Dido publicó Life for Rent en 2003, de nuevo con el apoyo de su hermano. White flag, Don’t leave home y el sencillo homónimo supusieron otro rotundo triunfo, ocupando el primer lugar en ventas en 26 países diferentes. En esta ocasión sus canciones potenciaron la popularidad de los programas en los que aparecían, como los casos de Buffy the Vampire Slayer, Angel y Bones.
“There was something about people giving me money for playing my music, to me, symbolized it being taken away. I felt like I no longer had the thing that made my life worth living.”
Dido.
Con la publicación de Safe Trip Home en 2008, vinieron muy buenas críticas, en especial, por las excelentes colaboraciones de Rollo, Brian Eno y Questolove. Sin embargo, las ventas no fueron las esperadas principalmente por no haber contado con alguna gira promocional, debido al reciente fallecimiento del patriarca de los Armstrong. Además, en ese entonces, se hablaba más de la portada del álbum, la cual infringía derechos de autor, que de los grandes temas que incluía como Don’t believe in love o Quiet times.
Durante los siguientes años de anonimato, Dido aprovechó para realizar sus estudios en la UCLA. Por otro lado, durante este periodo su dinámica creativa cambió por completo. Al casarse y dar a luz a su primer hijo, comenzó a escribir en una forma con menos potencial comercial con respecto a sus trabajos anteriores. Girl Who Got Away, lanzado en 2012, trataba temas sobre la madurez, el valor propio y que “no hay amor sin libertad”. Naturalmente, el álbum pasó desapercibido en tiempos de flagelación social.
Una vez terminado el compromiso con RCA Records, quienes tenían cerca de diez años haciendo un paupérrimo trabajo de promoción, los aires de cambio dirigieron a una revitalizada Dido hacia el sello germano BMG Rights Management. Tras un largo hiato en el que destaca su participación como juez en el popular show The Voice UK en 2013, y haber coescrito Never ending de Rihanna en 2016, por fin volvió al estudio para grabar su siguiente trabajo titulado Still On My Mind.
“I have no desire to travel anywhere. I just want to sleep for three weeks and do nothing.”
Dido.
Cargado de temas superlativos como Hurricanes, Give you up, Take you home y Friends, el álbum se sintió como un comeback, cuando en verdad no hay nada más alejado de la realidad. Esta idea se concibió a partir del liberador proceso creativo de sus canciones, aunado a la nula expectativa alrededor de su lanzamiento en contraste con la excelente recepción que cosechó.
La verdad es que Dido nunca se ha ido.
Quizá, 5 álbumes en 25 años (sin mencionar sus múltiples colaboraciones con otros artistas) no es el ritmo comercial más popular. Sin embargo, siendo completa dueña de su pulso cardiaco, siempre ha negado algún estatus de estrella o celebridad; lo que solo aumenta la mística alrededor de su figura.
Otra realidad es que pocas artistas se pueden complacer tanto como ella de aún estar muy vigentes, al tiempo que pasa completamente desapercibida en la voraz industria del entretenimiento.
“I’ll keep on going till it all feels wrong.”
Dido.