El comienzo o la destrucción de la humanidad

Por Erica Zur

Año 2023, la inteligencia artificial está en boca de todos, trayendo a la mesa la discusión sobre los límites de la tecnología y haciendo resurgir los miedos sobre el apocalipsis humano a manos de las máquinas.

Para muchos puede parecer un tópico nuevo, pero si hay algo de lo que nos estuvieron advirtiendo desde hace décadas, es sobre el reemplazo de la raza humana por los sintéticos.

Al comienzo fue algo sencillo como la creación de las maquinas industriales, como demuestra Chaplin con “Tiempos modernos” (1936), pero también encontramos ejemplos en otras ramas del arte, como la literatura, donde incluso se llegó un poco más allá.

Es el caso de Sueñan los androides con ovejas eléctricas de Phillip K. Dick, ya en 1968 nos planteaba un mundo habitado por seres artificiales, creados por el hombre.

Este libro fue llevado al cine por uno de los padres de la ciencia ficción moderna, Riddley Scott, en 1982 bajo el título Blade Runner.

Protagonizada por Harrison Ford (Rick Deckard), Rutger Hauer (Roy Bath) y Sean Young (Rachel), se sitúa en un futuro lejano para esa época, año 2019, donde ya existían las colonias espaciales y los replicantes, seres de apariencia humana pero con mayores habilidades, utilizados como esclavos para la construcción de esas colonias y para cumplir cualquier función que los humanos quisieran.

Cuando comienza la película, los Nexus 6, los modelos más nuevos de androides, ya se habían revelado en una de las colonias espaciales, además de prohibirles retornar a la Tierra, se decide realizar una depuración o “retiro” de todas las unidades. Para identificarlos utilizan a los Blade Runners, policías especializados en detección y eliminación de replicantes.

Aquí entra Rick Deckard, quien será el encargado de encontrar 4 androides que se escaparon y regresaron a la Tierra.

El film es sumamente oscuro, primero desde lo visual ya que transcurre todo durante la noche, casi siempre lluvia de por medio. Plasmando un mundo distópico donde en este planeta solo quedan los pobres diablos sin dinero, que no pueden viajar a las colonias más favorecidas. Y luego desde lo ético, enfrentándonos a una matanza de seres que, al tomar conciencia de su existencia, lo único que quieren es ser libres y tener más años de vida, ya que fueron programados para vivir solo 4 años. Luego vendrá otra generación a reemplazarlos, un círculo sin fin en donde el hombre no se ve posible de reemplazo y sigue avanzando hacia el abismo por pura comodidad.

Otro punto interesante es la búsqueda del creador, un humano vestido de blanco en lo alto de una pirámide, casi inaccesible, el que los condenó desde el momento de su nacimiento y que no les dará solución a su finitud.

Un Dios de carne y hueso, creando a imagen y semejanza pero con limitaciones, a ver si todavía lo superan.

Pero como se dijo alguna vez “la vida se abre camino”, aunque sea una vida sintética.

Scott nos lleva por los vericuetos de nuestras líneas humanas y éticas, con pocos diálogos, lo que por momentos puede hacerse un poco tedioso, pero que igual nos conecta con la transición de Rick, que empieza a dudar sobre su trabajo y su existencia.

E incluso de los replicantes, de hecho Roy termina dando una de las frases más celebres poniéndonos a pensar ¿Quién tiene derecho sobre quién? ¿Tener pensamiento propio es peligroso? ¿Los humanos solo pueden tener humanidad?

Sin lugar a dudas Blade Runner marcó una línea estética para las ciudades futuristas, hasta hoy en día si vemos muchas luces de Neón y pantallas holográficas gigantes, lo primero en lo que pensamos es en esta película.

A pesar de los avisos que nos dio Matrix, Terminator, Yo Robot, o el temor frente al despertar de una inteligencia artificial dentro de una computadora, los científicos aun quieren despertar a Skynet.

La pregunta es ¿Quién será nuestra Sarah Connor?

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