En el espacio nadie puede escuchar tus gritos. Alien (1979).

Por René Laphond

Alien (1979), un pilar de la ciencia ficción en el cine que nos ha dado, entre muchas cosas, a dos personajes inmortales: una heroína legendaria y una creatura icónica. Gracias a su éxito fue que despegó como franquicia, para luego sufrir la maldición hollywoodense de toda película exitosa: la sobreexplotación con secuelas, precuelas, reboots, series, animaciones, juguetes, videojuegos, cómics, libros y (no queríamos mencionarlo, pero ni modo) crossovers con otra franquicia. Esta sobreexplotación hace que veamos la original y queramos que sólo hubiera sido esa (aunque la segunda entrega de esta franquicia es una joya).

El mismo mal tienen sagas como Terminator, Star Trek, Predator, Die Hard, Rambo, Rocky, Resident Evil, Scream, Halloween, Rápidos y Furiosos, Missión: Impossible, Saw y un largo etcétera en el que próximamente tendremos que incluir a John Wick.

Por supuesto mencionaremos a Star Wars, ganadora absoluta de la sobreexplotación cinematográfica; una película que no esperaba continuación y de repente tenemos historias intermedias entre las mismas historias intermedias llenando el antes o el después de cada posible situación o personaje mencionado.

Solamente falta una historia de midiclorianos viviendo en una gota de sangre de Luke Skywalker en una serie de 10 capítulos en Disney+.

La historia original de Alien es exitosa en el género de terror es por su sencillez y desarrollo.

En un futuro lejano, la tripulación de la nave espacial Nostromo que regresaba a la tierra, se despierta del hipersueño todavía muy lejos de su destino, esto porque la nave recibió una llamada de auxilio desde un planetoide y la tripulación tiene la obligación de investigar. Tres miembros del Nostromo exploran el área, encontrando una nave de origen desconocido y una colmena de alguna forma de vida nunca antes vista, pero cuando se perturba uno de los huevos, un parásito se adhiere a la cara de uno de los exploradores y regresan a la nave.

El principio del fin.

Al tratar de removerle la creatura, se dan cuenta que su sangre es un ácido muy potente, lo que además de ser un mecanismo de defensa muy agresivo, evita el removerlo pues podría matar al huésped. Pero horas después, al parecer la creatura se separa sola y muere, dejando al tripulante ya consciente y en franca mejoría; todo un espejismo pues luego un pequeño monstruo le explota saliendo del torso.

En esta escena los actores desconocían completamente lo que sucedería, las reacciones de sorpresa y asco son totalmente reales, tanto que algunos de ellos quedaron en shock por varias horas sin salir de sus camerinos.

Muy oportunamente se dan cuenta que la computadora de la nave descifró el mensaje de la transmisión: era una advertencia, no una llamada de socorro. La tripulación se organiza para capturar a la creatura, solo ver que ha crecido hasta 2.5 metros y los va matando uno a uno, pasando de cazadores a presas de algo que no comprenden.

Aunado a esto, descubren que Ash, uno de sus compañeros es en realidad un androide que está dispuesto a sacrificarlos para llevar la creatura a la tierra como el descubrimiento más importante en la historia de la conquista del espacio exterior y para el beneficio de la compañía.

La creatura sólo vive para matar, no se puede razonar con él o negociar, no se detendrá hasta acabar con todos; de constitución indestructible, sin moral ni remordimiento, Ash lo nombra “el asesino perfecto”, dando sus condolencias a la tripulación restante antes de ser desconectado. Solo les resta sobrevivir a toda costa.

El diseño del Xenomorfo salió de la mente única de H.R. Giger, pintor y escultor suizo conocido por creaciones artísticas de pesadillas surrealistas de aspecto biomecánico, con alto grado de simbología sexual subliminal, por lo que el diseño de la nave alienígena así como el Xenomorfo mismo era algo nunca visto en 1979.

Giger insistía en que no tuviera ojos para que se viera más fría y sin emociones, el alien tiene una fálica cabeza alargada, una boca dentro de la boca, es de cola esquelética con una punta de navaja, protuberancias parecidas a mangueras rayadas, cubierto de baba y de color grisáceo; un diseño de fusión entre mecánico y sistemas biológicos tan poco convencional que aunque lo vemos por primera vez directamente en la escena en la zona de carga, no lo identificamos pues estamos buscando ver una pequeña creatura amarillenta de 25 cm, y lo que vemos como tubos o maquinaria colgada con cadenas, es la creatura misma pero ya crecida; el mismo caso en la escena final, camuflado en la maquinaria del Narcissus, la nave salvavidas de Nostromo.

En esos años los extraterrestres eran monstruos verdes y la reacción de terror del público fue un éxito.

Hablando de Ellen Ripley (Sigourney Weaver), es un personaje que iba a ser sacrificado en un inicio de la producción porque la intensión era que el capitán Dallas fuera el único sobreviviente, pero para evitar el cliché del héroe masculino, se decidió que quien se salvara fuera la teniente y suboficial a cargo del Nostromo (y su gato Jones), regalándonos así uno de los personajes más queridos y emblemáticos entre las heroínas del cine.

Ripley es determinada, valiente, responsable y con una gran voluntad para vivir, pero lo que distingue al personaje de otros similares en películas de monstruos, es que no sólo intenta sobrevivir, sino que también busca evitar a toda costa que el monstruo asesino llegue a la tierra, no importa el costo. Parte de su motivación es asegurarse de que nadie vuelva a pasar por lo que ella pasó.

Un personaje muy ingenioso para utilizar los recursos a su alrededor, ya sea explotar una nave o el icónico y legendario montacargas en la secuela Aliens (1986).

Aún así, es una mujer con problemas como toda persona normal y no una heroína todopoderosa como en estos días en el cine. Problemas como no tener vida social/amorosa o quedarse sin trabajo por nada menos que explotar una nave espacial de millones de dólares (sin contar la carga); un problema delicado es que dejó a su hija de 10 años al irse al espacio y esta murió a la edad de 66, falleciendo 2 años antes de que encontraran a Ripley en el hipersueño viajando de regreso a la tierra.

Además, Ripley desarrolló trastorno de estrés post traumático por ser perseguida por una creatura asesina sin escapatoria dentro de una nave. Lo que nos lleva a notar a una mujer que, con todos esos obstáculos y miedos, logra enfrentarlos una y otra vez, a pesar de que las probabilidades siempre están en su contra.

Un personaje que no depende de nadie, no es la sidekick de nadie y para nada una damisela en peligro que hay que rescatar, al contrario.

Ridley Scott ordenó que las paredes del Nostromo se acercaran un poco cada día sin que los actores lo supieran, dando como resultado una película de terror en que la claustrofobia juega un papel importante y el sentirse perseguido por una bestia que aparece en pantalla tan solo 4 minutos, podemos entender que el trabajo de la dirección logró su cometido, tanto que superó las expectativas más extremas de los creadores y productores: baños de cines vomitados, gritos y desmayos en el público, o bien, se salían de la sala sin voltear atrás.

La historia entre Ripley y el Xenomorfo apenas comenzaba, llegaron otros directores, otros personajes y situaciones, y aunque Scott retomó la franquicia con las precuelas de Prometheus (2012) y Alien: Covenant (2017), no logró el éxito inicial, cayendo en muchos clichés y sinsentidos.

Pero la secuela Aliens (1986) de James Cameron es considerada de las pocas segundas partes que en realidad sí fueron buenas, pero de esa, por supuesto que hablaremos después.

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