Por Kevin Alcaraz
Hay veces en que las revoluciones silenciosas merecen la misma atención que aquellas claras declaraciones de principios. Más aun, cuando una inocente niña con orígenes birraciales, sumamente introvertida y muy heterosexual crece hasta entender que, para romper cualquier tipo de convención sobre la sexualidad, primero hace falta hacer añicos las de raza, clase, paternidad y sociedad, esto se vuelve un evento digo de estudiar.
Desde pequeña, Jennifer Beals mostró interés por todo tipo de aprendizaje. En cierta forma, representaba bien aquel vago estereotipo de la estudiante del cuadro de honor que también es la estrella en la clásica adaptación escolar de Fiddler on the Roof.
Luego de ser aceptada en la Universidad de Yale, las puertas de las Grandes Ligas se le abrieron de par en par con solo 18 años de edad.
Fue seleccionada para protagonizar la aclamada nueva cinta de Adrian Lyne: Flashdance. Beals interpretaría a Alex Owen, una soldadora de día y bailarina exótica de noche, cuyo sueño es el de formar parte de una renombrada escuela de danza.
A pesar del tremendo éxito de la película; la cual terminó siendo la tercera más taquillera de 1983, Jennifer decidió terminar sus estudios antes de regresar a las pantallas. También influyó el hecho de que los medios intentaron aplicar el freno de mano a su carrera cuando descubrieron que varias de las escenas de baile las había realizado una doble.
“I always lived sort of on the outside, feeling like being the other in society”
Beals.
No fue hasta 1989 que Jennifer tuvo algo de notoriedad.
Su papel en el filme de culto: Vampire’s Kiss, protagonizado por Nicolas Cage, fue el preámbulo de una década noventera con cintas importantes para ella. Devil in a Blue Dress (1995), The Last Days of Disco (1998), además de In the Soup (1992) y Four Rooms (1995), estas últimas dirigidas por su entonces esposo Alexandre Rockwell, son algunas de las más recordadas en los que estuvo involucrada.
A partir de mediados de los dosmiles, especialmente después de trabajar en 13 Moons y Rodger Dodger; ambas estrenadas en 2002, Beals se ha mostrado más renuente en aparecer en películas para darle prioridad a proyectos televisivos. Aún así, tuvo roles notables en cintas como The Grudge 2 (2006), The Book of Eli (2010) y Before I Fall (2017). Lo curioso es que, hasta la fecha, no se le ha dado la oportunidad de trabajar con su gran amigo Quentin Tarantino a pesar de los múltiples rumores cada que este trabajaba en una nueva cinta.
Lo que es un hecho es que cuando aceptó darle vida a Bette Porter; una mujer abiertamente lesbiana con un alto grado de estudios que sortea las dificultades de la vida al tiempo que dirige un museo de arte, en la hiper polémica serie The L Word, no anticipaba que, sin bien no sería ni por asomo su papel más celebre, sí sería el que le daría una fanática muy comprometida con ella.
Jennifer de pronto, y por algo más de seis años, se convirtió en un símbolo en la cultura pop para la comunidad LGBT. De hecho, ella mismo confesó sentirse como miembro honorario de una comunidad a la que francamente no pertenecía; una especie de Sylvester Stallone para el boxeo con su papel de Rocky Balboa.
“It made it really clear that I am so super-square, so super-straight, and so super-cis. I feel incredibly old-fashioned and so uncool.”
Beals.
La última década la ha visto implicada en otra colección de papeles protagónicos en shows de televisión, algunos con más éxito que otros, como The Chicago Code (2011), Proof (2015) o Swamp Thing (2019).
Sin embargo, con la serie Generation Q; secuela de The L Word con la que vuelve al papel de Bette Porter y que se sigue transmitiendo hasta la fecha, la han vuelto a colocar en el foco de atención.
Por si fuera poco, el año pasado se estrenó el proyecto con más pedigrí en el que ha estado involucrada: The Book of Boba Fett. Además, de que lo hace en un papel principal al interpretar a la twi’lek Garsa Fwip, algo particularmente especial para ella, siendo que Star Wars es una franquicia con la que creció desde la trilogía original en los años setenta.
Hoy en día, Jennifer Beals está disfrutando del enésimo nuevo aire en su carrera, trata de profundizar en su trayectoria espiritual, la cual la ha llevado por el cristianismo, judaísmo y, más recientemente, el budismo. Colecciona toda clase de biblias y juegos de cartas de tarot, intenta perfeccionar sus habilidades en artes marciales y sale a las calles a fotografiar todo aquello que capte su atención. Nada mal para una nómada de corazón.
“If I just played who I was, I would play somebody who lived in a cave most of the time. I’m not sure how many roles like that there are.”
Beals.