Por Ery Zurr Werra
Todos queríamos ser Marty Mcfly después de ver “Volver al Futuro”, andar en patineta y ser amigos del Doc. Brown.
Michael tenía solo 29 años cuando empezó a notar un movimiento extraño en uno de sus meñiques, primero pensó que era debido a la resaca, porque Fox ya había comenzado a teber problemas con el alcohol debido a sus miedos de ser olvidado por Hollywood y solo ser un recuerdo del ex niño prodigio. La trilogía de “Volver al Futuro” había terminado, “Lazos Familiares” también, llegando a los treinta y con varios fracasos en sus papeles como adulto. Pensaba que era el final y que estaba en el peor escenario posible.
Y seguramente, en algún momento, nadie más que Michael Fox, habrá querido tener el DeLorean para retroceder en el tiempo y evitar escuchar el diagnostico que le llego en 1990: Parkinson de aparición temprana.

Pero quedaba un obstáculo más, tal vez más importante de su vida, tenía Parkinson y un neurólogo le anticipaba solo diez años de carrera máximo. Esto acrecentó su adicción al alcohol, era una persona joven, recién casada y con un hijo de menos de 2 años.
Avanzar parecía casi imposible.
El cambio llegó una noche de 1992, en que volvió de una noche de copas con sus amigos y se desmayó en el sofá de su casa con una lata de cerveza en la mano. Así lo encontraron a la mañana siguiente su esposa y su pequeño hijo. Lo único que le dijo su esposa fue “¿Esto es lo que quieres?” y se fue.
Esto fue lo que lo hizo despertar.
Comenzaría la búsqueda de ayuda con un terapeuta para poder curar su alcoholismo y sobretodo entender y convivir con su enfermedad. Incluso empezó a poder vislumbrar el poder trabajar con otros pacientes con su mismo diagnóstico.
Desde aquel momento, Michael nunca más volvió a beber.

Recién en 1998, ya incapaz de disimular los síntomas, Michael J. Fox hizo pública su enfermedad. Dos años después abandono la comedia en la que era protagonista, Spin City, que llevaba emitiéndose con éxito desde 1996.
Desde aquí comenzó su trabajo más importante y mucho más arduo que cualquier película o serie de televisión, ser promotor de la investigación sobre el Parkinson, creando en el año 2000 la Michael Fox Fundation, la cual llegó a ser según la revista Forbes, el segundo mayor donante para la investigación del Parkinson en Estados Unidos.
En el 2007 la revista Times lo nombró una de las 100 personas:
“…cuyo poder, talento o ejemplo moral está transformando el mundo”.
Revista Time
Michael ha publicado 3 libros, recaudo mediante su fundación, 400 millones de euros y apareció en varias series de televisión. Incluso varias veces ha dejado ver la plenitud de sus síntomas para concientizar sobre la enfermedad.
En alguna oportunidad le dijo al medio The Guardian:
“Cuando recibí el diagnostico decidí trabajar solo en cosas que me gustaban, algo que no creo que hubiera hecho de estar sano, porque había demasiado ego. Si no fuera por el diagnóstico, tampoco había dejado de beber y quizá mi mujer y yo nos habríamos separado”.
Fox.

Ya pasaron 32 años desde aquel diagnóstico que le cambió la vida, pero si algo deja claro, es que no cambiaría su destino, no usaría el DeLorean, porque en lo terrible encontró una salida para reencontrarse.
Incluso sueña con bailar en las bodas de sus 4 hijos.
“La gente me mira con miedo y tristeza en sus ojos. Aunque este bien, la gente tiene miedo. No me gusta provocar lástima. Ojala fuera yo el autor de esta frase, pero no lo soy: la lástima es una forma benigna de abuso”.
Fox.
Te queremos Michael, te queremos Marty.