Por Kevin Alcaraz
Pocas son las figuras quijotescas que, verdaderamente, tuvieron un impacto profundo en cualquier expresión artística, menos aún, en un género tan vasto como la música indie. Y es que, a pesar de ser un renegado de un sector segregado en la Britania, hace cuatro décadas, un hombre ascendió inexpugnablemente en la cultura popular, gracias a su lucidez paródica, su personalidad subversiva y una discografía intachable, hasta convertirse en una especie de héroe mesiánico en todo el país.
Steven Patrick Morrissey nació en el ocaso de los cincuentas en la tierra de los 4,000 hoyos -según los Beatles-, al norte de Inglaterra. Producto de una familia tradicionalista católica cuasi panista que pronto se mudaría a la Gran Mánchester, desde chico se interesó intensamente en las letras, las ideas, el retrato de la clase obrera, la desigualdad social y en los asesinatos de los páramos.
Siendo un estudiante inadaptado, le resultó fácil abandonar la escuela -y cobrar el seguro de desempleo- para empezar una carrera en la literalogía, siempre inspirado en sus ídolos: Oscar Wilde, James Dean y David Bowie. Primero, caló como periodista musical; luego, como crítico de cine; y, por último, como compositor.

“The education I received was so basically evil and brutal. All I learnt was to have no self-esteem and to feel ashamed without knowing why.”
Morrissey.
Para inicios de los ochenta, Steven ya era un personaje influyente en la escena alternativa de la región. Escribía volúmenes cortos para editoriales locales, su escrito sobre los New York Dolls se vendía por centenas de unidades, y su banda de punk: The Nosebleeds -a un lado del sensacional Billy Duffy-, daban de qué hablar.
Fue en un concierto de Patti Smith –¿cómo no?- que conoció a Johnny Marr, para en breve fundar una de las bandas más celebradas en la historia de la música: The Smiths. Así, junto a Andy Rourke (bajo) y Mike Joyce (batería), asaltaron el mercado británico con sus primeros temas Hand in glove, This charming man y What difference does it make?, hasta, finalmente, anunciar el álbum debut homónimo en 1984.
Además de las canciones ya publicadas, Reel around the fountain, Pretty girls make graves y Still ill, más una estética andrógina -que, a diferencia de los héroes glameros setenteros, era más simple, sutil y discreta-, los convirtieron en iconos de la comunidad gay; así como, la banda insignia del norte inglés.

“The Smiths was the most ordinary name and I thought it was time that the ordinary folk of the world showed their faces.”
Morrissey.
Por cierto, por aquel entonces, Steven prohibió a sus conocidos llamarle por cualquiera de sus nombres, adoptando su apellido como apelativo artístico. Igualmente, se le empezó a referir como Moz, algo que ha odiado por años.
La publicación de Hatful of Hollow (1984) y Meat Is Murder (1985) proyectaron a los Smiths hasta convertirse en la banda más famosa de Reino Unido, y, posiblemente, de todo Europa. William, it was really nothing, How son is now?, Heaven knows I´m miserable now, This night has opened my eyes, Please, please, please, let me get what I want, The headmaster ritual y Well I wonder atacaron la implacable administración de Thatcher y su infame artículo 28 -el cual buscaba socavar la homosexualidad en Inglaterra-, promovieron el veganismo -mucho antes de que esto fuera popular-, y sirvieron como molde para la absoluta mayoría de los actos urbanos latinoamericanos, el britpop y la música indie global.
Aún así, lo mejor estaba por venir. The Queen Is Dead vio la luz a mediados de 1986, y, rápidamente, se alzó como uno de los trabajos más destacados de la década y de la era discográfica en general, gracias a temas como I know it´s over, Bigmouth strikes again, The boy with the thorn in his side y There is a light that never goes out, entre otros.

¨If you treat an animal badly, you are less than human. There is no difference between eating animals and pedophilia. They are both rape, violence, murder.”
Morrissey.
Sin embargo, la tierra prometida había consumido la relación entre Marr y Morrissey. Las agotadoras giras, el duro episodio contra Rough Trade -obligándolos a firmar con EMI-, y las acusaciones mutuas sobre la poca flexibilidad creativa y el ¨poco¨ compromiso de ambos con el proyecto del momento, echaron por la borda a The Smiths a finales de los ochenta.
Afortunadamente, aún quedaban por publicarse otro par de álbumes: Louder Than Bombs y Strangeways, Here We Come, ambos de 1987. Panic, Ask, Back to the old house, Asleep y Girlfriend in a coma despidieron a uno de los grupos definitorios de toda una generación, y de cuyas 71 canciones totales, pueden presumir que todas navegan entre la grandeza y la excelencia.
Una vez disuelta la banda, Morrissey contrató una serie de co-compositores y productores para continuar como solista; aunque, pronto demostró ser capaz de condensar por su cuenta la infinita creatividad que llevaba consigo.

“One of Britain‘s most overtly political groups.”
Julian Stringer.
Primero, llegó Viva Hate en 1988. Este, fue encabezado por los sencillos Suedehead y Everyday is like Sunday; ambos superando incluso en popularidad lo logrado por cualquier canción de los Smiths. Inglaterra tenía entonces un nuevo líder cultural, y enemigo público número uno de la derecha, la prensa amarillista londinense, la familia real británica y las facciones cristianas, especialmente tras declararse como una persona ¨bisexual que practicaba el celibato¨.
De hecho, durante la primera mitad de los noventa, las entradas a sus conciertos se vendían con más rapidez que las de otros colosos como Michael Jackson o Madonna. Y es que, Bona Drag (1990), Your Arsenal (1992) y Vauxhall and I (1994) fueron sumamente aclamados por la crítica; y The last of the famous international playboys y The more you ignore me, the closer I get, se convirtieron en clásicos instantáneos en las radiodifusoras del mundo.
Además, la audiencia no pasaba por alto que Morrissey no reparaba en invadir iconografías extremistas -como el neonazismo y los skinheads– durante sus conciertos; que las líricas ya no parecían las de un adolescente iluminado, sino que ahora, hacían frente a la inminente americanización de las islas británicas; así como que, había ganado masa muscular, y que su imagen asemejaba más a la de un mafioso, que a la de una estrella de rock.

“Probably the most intellectually gifted and imaginative lyricist of his generation.”
David Bret.
Esta época dorada como solista se vio severamente afectada cuando fue demandado por su excompañero Joyce, quien reclamaba una tajada más justa respecto a las regalías de The Smiths. La jueza a cargo del caso falló a favor del baterista, y de paso llamó al cantante una persona sinuosa y truculenta. Sin embargo, este respondió diciendo que el sistema judicial estaba sesgado en su contra, ante la clara postura anti-thatcherista de su carrera.
Como sea, este escándalo claramente dañó el desempeño comercial de Southpaw Grammar (1995) y Maladjusted (1997). Incluso se ventilaba el rumor de un posible retiro prematuro del hijo pródigo de Inglaterra. En cambio, este optó por tomarse un descanso de su tierra natal para calar con su supuesto némesis: Estados Unidos, en particular, Los Ángeles.
Durante siete años de ausencia, Morrissey confesó haber dejado la asexualidad y comenzado a escribir su autobiografía; hasta que, por fin, volvió triunfalmente a los estudios con You Are Quarry en 2004. Irish blood, English heart, First of the gang to die y Let me kiss you sonaron con tal fuerza, que no había duda alguna: el caballero inglés por excelencia estaba de vuelta.

¨The England that I have loved, and I have sung about, and whose death I have sung about, well, yes, it has died and here’s the carcass, so why hang around?¨
Morrissey.
Para dimensionar su verdadero estatus como símbolo contracultural, basta decir que, a pesar de que Ringleader of the Tormentors (2006) y Years of Refusal (2009) gustaron, pero no alcanzaron su potencial, Moz fue votado como el segundo icono vivo más grande de la Gran Bretaña por la BBC.
También, durante los dos mil, emprendió un juicio por difamación en contra de NME, por haber filtrado un comentario xenófobo del cantante, el cual ganó poco después -a pesar de sí ser un nacionalista hocicón que en su momento les deseó la muerte a George W. Bush y a Donald Trump públicamente-.
Finalmente, su autobiografía fue publicada en 2013, vendiendo cerca de 35,000 ejemplares en su primera semana; convirtiéndose en uno de los libros mejor vendidos en la historia de Reino Unido.

“Most pop stars have to be dead before they reach the iconic status he has reached in his lifetime.”
The Independent.
La siguiente seguidilla de álbumes: World Peace Is None of Your Business (2014), Low in High School (2017), California Son (2019) y I Am Not a Dog on a Chain (2020), no han sumado gran cosa a Morrissey. Aún así, su sustancial base de aficionados sigue a la expectativa de sus dos trabajos inéditos, ya terminados, y sin fecha de publicación: Without Music the World Dies y Bonfire of Teenagers.
A pesar de que, en los últimos años, no ha vivido la plenitud de fama que alguna vez alcanzó, se trata de un artista que no necesita de la proverbial inmunidad crítica que otros de su generación sí ejercen. Él es tan capaz de decir un comentario ponzoñoso al aire, como de cantar una bella melodía.
Un hombre con múltiples dimensiones que se conduce en la vaga línea entre ser un noble, una súper estrella, un siervo de la clase trabajadora que vive en la élite, libresco pero extravagante, provocador pero encantador, libertario pero amante del republicanismo, malhumorado, quisquilloso y narcisista.
Realmente nada es fácil cuando se trata de Morrissey. Es tan incendiario y tan libre de tabúes que, es posible, ese sea el inherente encanto de su persona.
“The best lyricist I’ve ever heard”
Noel Gallagher.