Por Kevin Alcaraz
Armada de un opulento linaje, botas altas, un look londinense con maquillaje neoyorkino, letras intransigentes y melodías arquetípicamente geniales, la figura norteamericana sesentera más colorida de los medios propuso un libertinaje femenino sin precedentes que cambió las reglas del juego por un corto periodo… muy corto periodo.
Hija de la más brillante estrella en el orbe, Nancy Sinatra nació en la costa este de Estados Unidos el 8 de junio de 1940; sin embargo, pronto recalaría en el litoral opuesto -específicamente, en Toluca Lake, California– debido a la reciente incursión de su padre en Hollywood.
Naturalmente, haber vivido como celebridad desde el amanecer de la conciencia influyó para que Nancy quisiera seguir los pasos de su padre, por lo que la infancia la dedicó a tomar clases de piano, danza, actuación, canto, y todo cuanto permitieran sus horarios y energía.

Tras casarse a los veinte años con la firme convicción de perder su virginidad, decidió también emprender su carrera como cantante. Así, el primer lustro del camino fue marcado por una serie de sencillos olvidables hasta que, por accidente, cayó en sus manos la canción que alteraría todo de forma permanente: These boots are made for walkin’.
Compuesta por Lee Hazelwood, el tema estaba pensado para que fuera interpretado por un hombre, hasta que Reprise Records -sello fundado por el mismismo Frank Sinatra– le convenció de ceder la canción a una voz femenina argumentando que la letra sería entendida con crueldad de seguir por la línea original; en cambio, a través de una mujer, el mensaje sería tomado con admiración.
En otra clara muestra de que el nepotismo sigue vigente, Reprise Records, animados por el gran éxito de These boots are made for walkin’, auspicio a Nancy su álbum debut de larga duración (Boots, 1966) con la condición de que la cantante propusiera una imagen más “sexy”, con un toque country y western, ideal para varones conductores de camiones.

“Having a famous person in the family opens many doors that would otherwise be difficult to open. But once you’re on the inside, you’re on your own and you must prove you are qualified to be on the ‘inside’.”
Sinatra.
El mismo año llegaron también How Does That Grab You? y Nancy In London, así como los primeros trabajos tanto en la pantalla chica como en la grande. A la par de promocionar el exitoso sencillo Bang bang (My baby shot me down), el tema de la más reciente entrega de la saga James Bond, You only live twice, también tenía un desempeño destacable en las listas de popularidad.
Siempre trabajando junto a Hazelwood y con el consejo de su padre, Nancy se colocó en la cima del mundo durante el resto de la década. Estelarizaba cintas populares en las que compartía pantalla con Peter Fonda (The Wild Angels, 1966) y Elvis Presley (Speedway, 1968), y rompía récords de ventas para artistas femeninas con los sencillos Summer wine (1966) -a dueto con Lee– y Sometin’ stupid (1967) -a dueto con Frank-. De hecho, esta última sigue siendo la única canción a dueto entre padre e hija en la historia en alcanzar lo más alto de Billboard.
Por otro lado, sumamente inspirada en la descomunal pareja formada por Johnny Cash y June Carter, además de versionar el himno Jackson, Sinatra emprendió una serie de viajes a Vietnam para alentar a las tropas norteamericanas en guerra. Justo como Staley Kubrick dio testimonio unos años después con su Full Metal Jacket (1987), These boots are made for walkin’ se convirtió en un lema estadounidense en aquel conflicto.

“If a man came along, I fell in love with and wanted to marry, I’d give up show business. No career is as important as personal happiness with a husband and your own children. I want this before anything else.”
Sinatra.
Una vez entrados los años setenta los decibeles en la atmósfera de Nancy menguaron notablemente; pues, una larga serie de mudanzas entre disqueras la limitaron a un solo álbum de estudio con Woman (1972). De hecho, el siguiente par de décadas los aprovecharía para hacer lo que en verdad quería de su vida: formar una familia y su propio sello llamado Boots Enterprises, Inc.
Los ochentas se caracterizaron por la encarnizada lucha que emprendió por obtener la totalidad de los derechos sobre sus canciones y videos, además de la publicación del libro Frank Sinatra, My Father en 1985.
No fue hasta 1995 que Sinatra volvería al centro de atención con la publicación de One More Time -su primer trabajo con material inédito en 23 años-, y su inverosímil aparición en la portada de Playboy en la edición de mayo. Inmediatamente, las miradas se dirigieron al gran patriarca, y cuando le preguntaron qué opinaba sobre el desnudo público de su hija de 54 años este solo respondió sentirse decepcionado de ella por no haber cobrado más.

Ya en el nuevo milenio, tal y como le ha sucedido a la inmensa mayoría de los artistas del siglo XX, ha cobrado un estatus de culto y se ha convertido en sinónimo de la moda oldie.
Sus canciones pasaron a ser usadas en un sinfín de programas, videojuegos y películas -destacando Bang bang (My baby shot me down) en los créditos iniciales de la grandísima Kill Bill Volume 1 en 2003-, su música se hizo más experimental y su presencia fue vista en innumerables eventos, solo hasta la inminente retirada de la escena pública en 2013.
Hoy, irremediablemente queda una sensación de insatisfacción con la carrera de Nancy Sinatra, y es que, a pesar de que fue una fuerza musical sumamente importante en su momento, en busca de llevar una vida mucho más ortodoxa su luz perdió brillo en el punto que suponía la consolidación como estrella mundial. Solo ella sabrá qué tanto pesó el apellido, sus sueños de estudiar antropología, o el tremendo hiato de veinte años sin apenas saber algo de su persona; hoy solo queda la resignada nostalgia de aquellos tiempos idos.
“I didn’t take advantage of opportunities that I had. And that’s very sad. I lacked a certain amount of confidence. I was OK with a certain amount of success but I didn’t feel confident enough to really pursue a big career.“
Sinatra.