Por Kevin Alcaraz
Si se dijera que Pat Benatar es la reina del rock, ¿parecería exagerado? Posiblemente. La verdad es que merece más crédito del que tiene, y más aún, por lo aventurada que ha sido su carrera, e incluso su vida personal.
No hay duda que Pat es una de las voces femeninas más importantes de los ochentas. Sus videoclips fueron de los más reproducidos en MTV durante toda la década, ha sido multipremiada con Grammys y ostenta varios discos de platino. Además, representa una enorme influencia para futuras cantantes (Alanis Morissette, Sheryl Crow, Katy Perry, P!nk) y, recientemente, fue nominada al Salón de la Fama del Rock and Roll.
Ahora, ¿a qué se debió tan rotundo éxito? Y, ¿qué fue de tan brillante estrella en el firmamento musical?
Pues bien, Patricia Andrzejewski, quien era solo una chica neoyorquina de 26 años, cajera de banco, producto de una familia ortodoxa y recién divorciada de Dennis Benatar, en 1979 tomó el mundo por sorpresa con la publicación de su álbum debut In the Heat of the Night. Así, gracias a su potente voz, su vistosa puesta en escena y con letras directas logró rápidamente posicionarse como una de las figuras más influyentes en la música.

La publicación de los álbumes Precious Time (1981) y, especialmente, Crimes of Passion (1980) solo confirmaron a Benatar como una superestrella del AOR (Adult Oriented Rock). Su música reclamaba el abuso (Hell is for children), fomentaba la valía en uno mismo (Fire and ice, Treat me right). Las icónicas Heartbreaker y Hit me with your best shot la afianzaron en lo que hoy, malamente, podríamos llamar ¨El club de las cantantes femeninas fuertes ̈ junto a Lita Ford y Joan Jett.
Pat era famosa, muy famosa. Álbum tras álbum, hit tras hit, tour tras tour, su nombre estaba por doquier, incluso en el cine; en 1980 tendría un rol menor en la cinta de Mark Reichert, Union City.
Todo cambió a mediados de los ochentas cuando Benatar adoptó un sonido más ¨ambiental¨ y pasaría a grabar material nuevo cada tres años, algo a lo que los fans no estaban acostumbrados. Si bien, aún cosecharía un par de éxitos como Love is a battlefield y We belong, el mundo pareció haberle dado la espalda. Sus siguientes trabajos Seven the Hard Way (1985) y Wide Awake in Dreamland (1988) fueron fracasos en ventas. Pat, inclusive, intentó cantar blues en su álbum Gravity’s Rainbow (1993), pero ya era tarde, las discográficas tenían poca fe en ella. Prueba de ello es que estos ya tenían años haciendo un paupérrimo esfuerzo promocional en los últimos álbumes, y así, consecuentemente, la fanaticada se debilitó.
El punto de inflexión definitivo se dio en 1993. Chrysalis Records, ahora propiedad de EMI, y Pat decidieron tomar caminos separados tras 14 años de relación, justo a las puertas de un nuevo tour y el lanzamiento del sencillo ¨Everytime I fall back¨. Ambos proyectos fueron cancelados luego que Benatar resultara embarazada por segunda ocasión. El hecho de que ya no gozara de la misma fama con respecto a su primera gestación jugó un papel fundamental en la desunión, dejando así lo que alguna vez fue una gran luz desvanecerse a su merced. Pat publicaría su último álbum (Go) en 2003.
Hoy vive en Los Ángeles con su esposo Neil Giraldo, con quien forma una de las parejas más entrañables de la música. Y, aunque, ya no se le ve en los estudios sigue dando conciertos e incluso participando en programas televisivos como invitada especial.
Si bien Pat Benatar no fue la primera mujer cantante en la historia del rock su legado lo cosechó en una época muy importante. En los años ochenta, la Cultura Pop buscaba reflejar bonanza y progreso. Pat estuvo allí para ¨normalizar¨ el hecho de ver más mujeres en la televisión, para decirle al mundo que las chicas también tienen aspiraciones y que no todas buscan al Príncipe Azul.
¨Tal vez de alguna forma, logré que el camino que una mujer debe tomar sea un poco más fácil¨.
(Pat Benatar, 2010)