Por Kevin Alcaraz
Hablar de la ciudad de Seattle y su relevancia en la música siempre termina siendo redundante. Ahora bien, justo entre Jimi Hendrix, las hermanas Wilson y la invasión grunge, hubo una banda que fue llamada a abanderar el heavy metal norteamericano, y que, aunque por un corto tiempo lo logró, se desdibujó con los años hasta quedar a la orilla de ridículo en el nuevo milenio.
A principios de la década de los ochenta, una tal banda llamada The Mob -honrando la época de Black Sabbath con Ronnie James Dio– compuesta por Michael Wilton (guitarra), Chris DeGarmo (guitarra), Scott Rockenfield (batería), Eddie Jackson (bajo) y Geoff Tate (voz), tenía la firme convicción de ser una agrupación promedio de Estados Unidos.
Prueba de ello es que la mayoría de los integrantes consideraban al grupo como un proyecto paralelo en sus vidas.
Cuando por fin publicaron su EP debut titulado Queen of the Reich (1983), la respuesta del público fue lo suficientemente aceptable como para que los miembros de The Mob fueran a registrar su nombre comercial. Tras ser notificados que este ya estaba ocupado, la banda echó a andar su imaginación resolviendo que lo mejor era adaptar el título del EP al impronunciable Queensrÿche.

“The umlaut over the ‘y’ has haunted us for years. We spent eleven years trying to explain how to pronounce it.”
Tate
Ya concentrados en su música, vinieron las primeras producciones de larga duración con The Warning (1984) y Rage for Order (1986). Aunque con una imagen claramente glamera, los temas Take hold of the flame y Walk in the shadows daban testimonio de un sonido 100% heavy metal; convirtiéndose así, en un grupo que encabezó el movimiento junto a Judas Priest, Iron Maiden o Motörhead.
Queensrÿche aplastó su reputación hair rock con la publicación del que posiblemente sea el mejor álbum conceptual del género a la fecha: Operation: Mindcrime (1988). Este cuenta la historia de Nikki, un drogadicto al que le lavan el cerebro hasta conflictuarlo entre el deber de asesinar en nombre de una misteriosa organización y el amor que profesa hacia una reformada prostituta convertida en monja. Tan espectacular como suena la narrativa, lo son sus temas principales I don’t believe in love, Revolution calling, Eyes of a stranger y la canción homónima.
Sin embargo, la promesa se hizo realidad solo un par de años después cuando en 1990 se publicó Empire; el cual terminó vendiendo más que los tres trabajos anteriores combinados. Jet city woman, Another rainy night y, en especial, Silent lucidity, con sus singulares estructuras y letras punitivas, moldearon un puñado de convenciones del metal progresivo que perduran al día de hoy. Además, posibilitaron al grupo a sumarse a la serie de conciertos unplugged de la MTV en 1992.

“We were really into that image and we failed miserably.”
Tate
La banda se aventuró a una profunda introspección con su siguiente trabajo llamado Promised Land en 1994. Rápidamente se posicionó como uno de los favoritos de los fans; incluso a la fecha es considerado uno de los álbumes más infravalorados de la década. La mala fortuna de ser publicado en los tiempos en que el grunge había monopolizado los medios capitalizó este episodio como la primera milla de un largo camino al olvido para el grupo.
A continuación, vino una decadencia que ni los mismos miembros hubieran previsto. Primero, Chris DeGarmo -la principal fuerza compositora de Queensrÿche– abandonó a sus compañeros en 1998 para buscar una carrera como piloto aviador; consecuentemente, el característico sonido progresivo de la banda se vio comprometido en cada tema. Luego, la poca confianza de los sellos discográficos hacia el proyecto desembocó en una serie de mudanzas entre disqueras; cosa que no ayudaba a la ya dañada imagen de una agrupación que en solo unos años había pasado de llenar estadios a tocar en clubes.
Hear in the Now Frontier (1997), Q2K (1999), Tribe (2003) y American Soldier (2009) se apilaron como álbumes fallidos, uno tras otro. Todos, en mayor o menor medida, resultaban ser un cóctel compuesto por rock, pop, hip-hop y un poco de heavy metal encima; una auténtica parodia de lo que fueron un tiempo atrás.

Incluso, el ambicioso Operation: Mindcrime II (2006), el cual fue anunciado con bombo y platillo por años, no pudo ser rescatado por la colaboración de Ronnie James Dio.
Los pocos elementos destacables de la banda fueron enterrados por sus desangelados espíritus proyectados en decenas de canciones rascadoras de cabeza.
Tristemente, lo peor aún tocaba a la puerta de Queensrÿche. Susan Tate, esposa de Geoff y quien respondía como representante de la banda, tenía años malversando fondos con el consentimiento de su marido. Cuando fue despedida la tensión alcanzó alturas insospechadas; incluso invadiendo el escenario. En múltiples conciertos -algunos de ellos siendo televisados en cadena nacional- Geoff agredió físicamente a sus compañeros, en otros, Rockenfield declaró que él y el resto de los miembros recibieron escupitajos del cantante.
Como era de esperarse, Tate también fue despedido en 2012. Esto dejó un vacío contractual que tomó un par de años en encontrar resolución. El nombre del grupo, las canciones, las historias y el emblemático tri-ryche que fue adoptado como logo de la banda, tenían que encontrar dueño. Durante este periodo, ambas partes tenían el derecho de usar la imagen de Queensrÿche, hasta que a mediados del 2014 la corte resolvió que los miembros fundadores obtenían toda potestad.

“Basically, it just came to a point that we didn’t have a voice in the band anymore. It was all run by the singer and his manager, the wife.”
Wilton
Ya con Todd La Torre como cantante y bajo el sello Century Media, se han publicado Queensryche (2013), Condition Human (2015) y The Verdict (2019), los cuales han mostrado estar a la altura de cualquier legendaria banda cuyos mejores años son idos. Incluso, con algo de osadía se podría decir que cada álbum ha sido mejor al anterior, por lo que la crisis existencial y musical del grupo parece haberse sopesado.
Hoy se sabe que Geoff es una suerte de trovador de mediana edad que se dice estar feliz de su particular viaje. En cuanto a la banda, se cuentan los días para la publicación de su siguiente trabajo que tendrá por título Digital Noise Alliance.
Se dice que en este volverán a sus raíces críticas sobre la sociedad actual, en la que los medios y los políticos se empoderan a través de la condescendencia y el miedo colectivo. Toda idea e intención sobra, solo queda esperar la publicación del álbum para saber si no se trata de otra nostálgica resignación de lo que alguna vez Queensrÿche.