Rage Against the Machine: el auténtico sueño americano.

Por Kevin Alcaraz

Una banda, un mensaje y un sonido. Repudio por la autoridad, liberación de pensamiento y antipatriotismo. Naturalmente, se trata de la agrupación de protesta más célebre de Estados Unidos.

En los años ochenta, la implacable administración de Reagan y su contrarrevolución a gran escala, sumió al país más poderoso del mundo en una tremenda inestabilidad cultural disfrazada de patriotismo y prosperidad económica.

Lo que siguió fue presenciar la muerte política de la izquierda en manos del partido que decía luchar por la clase obrera, la profundización de la desigualdad a partir del crédito fácil, y cómo triunfaba el adoctrinamiento clandestino impulsado por las elites blancas. Además, era evidente la brutalidad policiaca, el robustecimiento de las fuerzas armadas y la persecución de las minorías; una verdadera caldera hervía en los suburbios metropolitanos.

Como siempre ha sucedido, las artes, y en particular la música, respondieron al tenso clima social. Aunque surgieron actos antisistema como Public Enemy, durante los noventa, el rap se distorsionó al poder, el dinero y la fama, desvirtuando así aquellos valores que conspiraron para la gestación de la mayoría de los géneros contraculturales: el reclamo y la acción de las masas.

Queriendo reanimar todo aquello que la opresión sistémica había socavado, cuatro hijos de los suburbios se conocieron en Los Ángeles en medio de un vaivén ciudadano, cuyo punto más agitado fueron los disturbios de Rodney King en mayo de 1992. De esta forma, Zack de la Rocha (voces), Tom Morello (guitarra), Tim Commerford (bajo) y Brad Wilk (batería) se alinearon con el único objetivo de derribar gobiernos e imperios a través de una filosofía desafiante y un sonido tan hip-hop como heavy metal, funk y punk.

Rage Against the Machine -bautizada a partir de un antiguo proyecto de Zack-, captó de inmediato la atención del vasto público angelino que sufría de indignación colectiva crónica. Acto seguido, firmaron con Epic Records y publicaron en su álbum homónimo; un trabajo que tomó al mundo por sorpresa gracias a temas sensacionales como Bombtrack, Killing in the name, Take the power back, Know your enemy y Wake up, todos atacando la discriminación institucionalizada. Mención especial a la icónica carátula, la cual mostraba la autoinmolación de Thích Qung Ðc en protesta por la muerte de budistas en manos del gobierno vietnamita y la invisible presencia norteamericana.

I’m interested in spreading those ideas through art, because music has the power to cross borders, to break military sieges and to establish real dialogue.”

De la Rocha.

Naturalmente, conforme la banda ganaba fuerza y simpatizantes, la cantidad de detractores también subieron como la espuma de costa a costa. Siendo víctimas de la censura por parte de la Parents Music Resource Center (PMRC), De la Rocha, Morello, Commerford y Wilk se presentaron en Filadelfia para la edición del Lollapalooza de 1993, no para hacer música, sino para permanecer parados frente al público completamente desnudos y con las siglas del comité escrito en el pecho de cada integrante durante unos quince minutos. Unos días después se presentaron de forma gratuita en la ciudad.

Debido a que el grupo apenas si se daban tiempo para estar unidos, ya que algunos miembros se involucraron en cualquier tipo de causa benéfica, marcha o protesta -en especial aquellas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México-, el segundo álbum, titulado Evil Empire, fue publicado hasta 1996. Este, además de ser grabado de forma casera y con electricidad robada, contenía otra serie de hits que ayudaron a Rage Against the Machine a llegar a la cima de las listas de ventas en Estados Unidos como People of the sun, Bulls of parade, Vietnow y Down rodeo.

Ya para mediados de los noventa, parecían asomarse los primeros esbozos de lo que luego sería llamado nu metal: un género que de cierta forma buscaba comercializar más, vociferar y ser más ásperos que sus predecesores. Así, surgieron un montón de actos tan ruidosos como carentes de sustancia real como Linkin Park, Papa Roach, Korn y Limp Bizkit. Mientras tanto, la autentica banda contracultural angelina estaba ocupada siendo vetada de decenas de ciudades y shows televisivos, como SNL y MTV, por promover valores poco americanos.

En 1999, las tensiones dentro del grupo eran evidentes, principalmente, debido a diferencias creativas entre Tom y Zack, quien creía que el material nuevo parecía haberse suavizado: el resultado fue el avasallador The Battle of Los Angeles; un álbum quizá menos político, pero más social. Temas como Testify, Guerrilla radio y Sleep now in the fire llegaron con videoclips que, hasta la fecha, viven en el imaginario colectivo de la mano del inmortal Michael Moore como director.

Incluso, aunque haya sido por un solo día, detuvieron la maquinaría más voraz del capitalismo occidental: Wall Street; cuando, sin permiso alguno, tomaron las calles del sur de Manhattan para irrumpir en el edificio de la Bolsa de Nueva York y suspender las labores por el resto de la jornada. Moore fue arrestado, la banda multada y el video promocional una joya de la televisión.

Michael basically gave us one directorial instruction, “No matter what happens, don’t stop playing”

Morello.

Renegades, un grandísimo álbum de covers publicado en diciembre del 2000, presentaba algunas versiones de colosos artísticos como Afrika Bambaataa, Cypress Hill, Bruce Springsteen y Bob Dylan. Tan espectacular como fue, marcó también el fin del camino para Rage Against the Machine.

Tras la salida de Zack; Tom, Tim y Brad barajaron sus opciones; consideraron ser la banda de apoyo para Ozzy Osbourne por un momento, emprender proyectos solitarios o unirse a Chris Cornell (Soundgarden) aunque este había dejado claro que no tenía intención alguna de politizar la música. Al final, Audioslave vio la luz y, durante sus seis años de vida, se publicaron tres álbumes notables y al menos una docena de grandes temas consolidándose como uno de los mejores supergrupos que se recuerden. De la Rocha por su parte emprendió una carrera en solitario sin apenas atención sobre su persona.

Destacar que, tras los atentados del 11 de septiembre, la Clear Channel publicó un memorando que incluía una lista de canciones que debían evitarse en más de 1,200 emisoras a nivel nacional por contener letras cuestionables que podrían ofender a la sociedad estadounidense; todas y cada una de las canciones de Rage Against the Machine fueron motivo de baneo.

Con la disolución de Audioslave en 2007, las hostilidades entre la sección instrumental del grupo con su antiguo cantante, parecían encontrar tierra fértil para todos. Se presentaron en la edición de Coachella de aquel año y realizaron una serie de conciertos por América, Europa y Australia que registraron ventas récord en su mayoría.

Por otro lado, se rumoreaba sobre nuevo material una y otra vez –Zack y Tim lo afirmaban, mientras que Tom y Brad lo desmentían-.

“We are all bigger and more mature and we do not fall into the problems we faced 10 or 15 years ago. This is different and we project a lot: we are working on a new album due out next year, perhaps summer for the northern hemisphere”

De la Rocha.

Los años pasaron y dicho álbum nunca llegó; lo que es peor, la banda se separaba de nuevo en medio de acusaciones de la extrema derecha sobre que el grupo había amenazado de muerte a George W. Bush y su gabinete, luego de citar a Chomsky y mencionar los infames juicios de Núremberg.

En 2016, una misteriosa cuenta regresiva en la página prophetsofrage.com con el hashtag #takethepowerback alzó las cejas de todo fanático; sin embargo, se trataba del anuncio de otra superbanda formada por Morello, Commerford, Wilk, B-Real (Cypress Hill), Chuck D (Public Enemy) y DJ Lord (Public Enemy) llamada precisamente Prophets of Rage. Al final, el grupo solo publicó su álbum homónimo con mucho sabor a Rage Against the Machine y se disolvió en 2019, abriendo así, por enésima vez la puerta a una reunión con De la Rocha.

Aunque desde 2019 los cuatro hijos pródigos de Los Ángeles han anunciado su primera gira mundial en nueve años, el futuro para ellos sigue siendo incierto. Y es que, a más de dos décadas de distancia desde la publicación del último material original de la agrupación, los problemas que abordaban entonces no han desaparecido, sino que parecen haberse intensificado con cada boletín noticiero. Quizá, y solo quizá, esta vez sí les alcance la dinámica personal para plasmar los mensajes que el polarizado tejido social contemporáneo necesita.

Al recordar que el objetivo de Rage Against the Machine sigue siendo el de derrocar el sistema neoliberal actual; incluso sus miembros se han visto inmersos en una paradoja al experimentar las riquezas que sus líricas atacan. Pero, al escupir compases de justicia como predicadores callejeros, no queda duda de que su música está en perfecta armonía con sus mensajes: ambos son altos y claros.

Tom, Zack, Tim y Brad han fracasado en su misión. Sin embargo, se sabe que es más factible concebir el fin del mundo que el final del capitalismo; por lo que, aunque se trate de una lucha irremediablemente perdida, cada uno de ellos sabe que es la persecución y no la consecución lo que hace significativo el camino.

“Dangerous times require dangerous songs, and this is not a period where it’s enough to tweet about it. We aim to play like the soul of everyone in the room is at stake.”

Morello.

Deja un comentario