(Re)corte filosófico: Dos películas y el problema del prójimo.

Por Iracheta

¿De qué forma entra en escena la problemática del prójimo en la película de 300 (2006. Dirigida por Zack Snyder) y Avatar (2009. Dirigida y producida por James Cameron)? ¿Es posible que ambas películas tengan cierta relevancia ética, ideológica o política?

Si bien cada película puede ser objeto de un análisis individual, en esta nota quisiera arriesgar y esbozar la elaboración de un nudo entre ambas, a modo de lo que podemos denominar junto Žižek –quien a su vez se apropia de los tres registros lacanianos– un “análisis espectral” “que haga visible, sobre todo, la referencia al Otro como Real”, y que bien podría extenderse al análisis de otras películas.

Cuando me refiero aquí al Otro como Real, aludo a la asimetría y a la diferencia fundamental entre uno mismo y el prójimo, esto es, a

La Cosa imposible, socio humano, el Otro con el cual es imposible ningún dialogo simétrico, mediado por el orden simbólico…

Žižek, 2010:192

Justamente el tema aquí es cómo se le hace frente en cada película a esa diferencia.

Desde una perspectiva critico-ideológica la película 300 resulta muy llamativa, pues nos coloca en el centro del estancamiento de “…la dimensión propiamente ideológica en tanto cierto error de perspectiva” (Žižek, 2016:140).

Si bien, se trata del combate contra un invasor (el ejército persa) y de una amenaza para los espartanos ¿A caso no podemos percatarnos de que nuestra posición como espectadores está detrás de la lente “monstrificante” o deformante de los héroes?

Hay en 300 una lógica insuperable en la deformación y demonización que sufre todo enemigo.

Imagen extraída de: https://elpais.com/

El rey Leónidas ciertamente se presenta como un sujeto que supera esta mistificación al rasgar el “velo sagrado” con el que el enemigo se reviste, esto como una clave, sino para derrotar al enemigo, si para orillar al enemigo a la asunción de su propia mortalidad.

Sin embargo, resulta llamativo que somos nosotros como espectadores lo que permanecemos en la anamorfosis. En esa perspectiva el Otro se moviliza y procede de una escena ya traumatizada o alterada, en suma, como efecto de un proceso de enmascaramiento.

Imagen extraída de: https://www.escuelapedia.com/

Si el mito es –según Luciano Luterau (2019:29)- “una operación que se actualiza” constantemente, entonces el efecto anamórfico de la película nos sitúa en la actualización permanentemente de un otro que es desde siempre un monstruo.

Como es sabido 300 es la adaptación cinematográfica de una serie de comics de Frank Miller. Esto explica el énfasis en la musculatura de superhéroe de los guerreros espartanos, los movimientos exagerados, así como el cuidado en la estética de los personajes y los paisajes, lo mismo que en los cuerpos monstruosos (cuerpos no hegemónicos) tanto el del pastor deforme Efiartes que guía a los espartanos, como el de los enemigos. En este aspecto esos enemigos parecen incorporar a sus filas, la anomalía o la imperfección, el deseo y las subjetividades anormales, que para los espartanos representan vidas desechables.

Imagen extraída de: https://culturacolectiva.com/

 En la película tanto Jerjes como su ejército y su “tecnología”, su música, su estrategia son representados como demonios, como lo Otro desconocido que se aproxima en toda su amenaza. En la película vemos desfilar elefantes y rinocerontes con armaduras que adoptan una dimensión desproporcionada, engendros humanoides y personajes deformes.

¿No es esta la forma en la que el autóctono se representa el deseo y el goce indescifrable del su prójimo? ¿No es esta especularidad la que resulta temible, combatible y, por ello, motivo principal de la movilización política de la paranoia del racista contemporáneo?

Avatar por otro lado complementa esta perspectiva con una dosis de cinismo importante.

Imagen extraída de: https://www.rockandpop.cl/

Más allá de los extraordinarios efectos especiales y el interesante universo submarino de Pandora, nos topamos con otro estancamiento ideológico. Son los soldados norteamericanos (al estilo de los Gi Joe de los 90’s) los que dan el nombre a esos “otros”, el grupo invasor llama a los otros “los hostiles” o “los salvajes,” cuando claramente se trata de un acto de colonización, de devastar por completo el hábitat, el goce, el deseo y la vida del Otro que aparece como extraño.

Se trata del viejo problema de una cultura dominante o hegemónica que detenta para si la capacidad de nombrar y designar el lugar de esos otros; de moldear especularmente –y antidemocráticamente- la forma en la que ese otro ha de ser visto, abordado-tratado.

Imagen extraída de: https://www.theverge.com/

En la película nos topamos con una lucha discursiva muy interesante entre dos perspectivas: una que utiliza el conocimiento, el intento por axiomatizar el deseo del otro con el fin de comprenderlo y finalmente lograr un intercambio de palabras, y otra que utiliza esa axiomatización para la conquista (en esto consiste el elemento de denuncia en la película).

La película de apoco muestra la riqueza del mundo del Otro y exhibe al mismo tiempo la belicosidad humana, nos regala el final feliz de la sobreidentificación, del amor que triunfa entre dos mundos y del interesante mensaje de la transformación, del salto, de la muerte del sí mismo como paso para entender el mundo del Otro.

Ese es un final con el cual todos estamos conformes. Pero…

 “Pensemos mal” y hagamos de ese “pensar mal” un ejercicio de interrogación final.

¿Es posible que de cualquier forma lo que triunfa en esta película, en términos ideológicos, sea la conquista? ¿A caso no vuelve a entrar el etnocentrismo por la puerta trasera de la sobreidentificación con el subalterno? Pues es solo hasta que un soldado logra identificarse con el tipo de vida y con el goce extraño que pude darse una liberación. Él es el elegido.

¿Es posible que se perpetúe ahí la fantasía hollywodense, política e incluso olímpica (el protagonista resulta ser mejor en todo, más que los mismos nativos) según la cual (y jugando con la expresión heideggeriana de “solo un Dios puede salvarnos” y elementos propios del calvinismo norteamericano) solo un marin veterano de guerra ( Jake Sully, interpretado por Sam Worthington)  estadounidense puede salvarnos?

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