Sly & The Family Stone: profetas del desastre.

Por Kevin Alcaraz

Existen solo un puñado de actos imprescindibles para comprender el desarrollo de la música en el siglo XX y cuyo extenso brazo alcanza los días actuales. Pues bien, a mediados de los años sesenta, en la portentosa costa oeste de Estados Unidos, un grupo de músicos -altamente subestimados hasta la fecha- tomaron un montón de movimientos errantes para luego amalgamarlos y crear el todopoderoso sonido del soul psicodélico, cuya influencia resulta vital para la concepción de algunos de los géneros más escuchados en la historia como la disco y el hip-hop.

Recién mudados desde Texas, la familia Stewart (Stone) arribó a la bahía de San Francisco a mediados de los cuarenta, sin sospechar que sus más jóvenes integrantes –Sylvester (Sly), Frederick (Freddie), Vaetta (Vet), Rose Marie (Rose)- cambiarían la historia de la música de forma profunda y permanente unos años después.

Cargados con toda la moralidad judeocristiana y la influencia de la célebre estación de radio KSOL, cada uno de los hermanos se involucró en bandas locales donde impregnaron sus influencias R&B y gospel. Sin embargo, en 1966 decidieron unir fuerzas en un solo proyecto que pasaría a llamarse Sly & The Family Stone.

Al poco tiempo, se unieron al grupo Gregg Errico en la batería, Cynthia Robinson con la trompeta, Larry Graham a cargo del bajo y las coristas Mary McCreary y Elva Mouton; todos complementando a Sly (teclados), Freddie (guitarra), Rose (piano) y Vet (coros). De este modo, conformarían la primera y más influyente banda interracial con integrantes de ambos sexos.

Con la publicación del debut A Whole New Thing en 1967, y en especial, gracias al tema Underdog, la semilla del cambio había sido plantada; aunque esta no tomaría forma hasta el siguiente año con la publicación de Dance to the Music y Life. Estos primeros trabajos fueron un auténtico cóctel de sonidos influidos por el pop de la Motown, el funk de James Brown, el jazz de Broadway y el rock de la invasión británica, que junto a sus mensajes de tolerancia e inclusión caían de perlas justo al amanecer del verano del amor californiano.

Su inédita puesta en escena, que en sí misma ya era ecléctica, dio el saltó al mainstream con el sencillo Everyday people en noviembre de 1968. Sly & The Family Stone probaba no ser solo una banda flower-power del montón; sus presentaciones cubiertas de cuero y una energía insospechada al ritmo de “different strokes for different folks” revolucionaron la forma en que eran vistas las bandas en vivo.

Seis meses después vería la luz Stand!, uno de los trabajos más influyentes de todos los tiempos. Gracias a los sencillos I want to take you higher, Sing a simple song, You can make it if you try y el tema homónimo, el álbum se erigió como la piedra angular del funk y sus decenas de ramificaciones.

Este éxito los catapultó a ser uno de los actos más aclamados del Woodstock Music and Art Fair a mediados de aquel año -posiblemente el evento musical más importante de todos los tiempos-.

La extraordinaria presentación de la banda la mañana del 17 de agosto de 1969 caló hondo en la generación boomer; a pesar de que para entonces ya era un secreto a voces la tremenda inestabilidad emocional de Sly, que, a partir de este punto protagonizaría una de las caídas más estrepitosas del mundo del entretenimiento.

Con el final de los sesenta también se acabó la felicidad dentro del núcleo de la Family Stone, quienes, luego de mudarse a Los Ángeles temían que su líder cediera ante lo que se antojaba sería una grave dependencia a los estupefacientes.

Y es que, la banda fue presionada por todos los frentes para traicionar sus ideas de inclusión; el Black Panther Party aprovechándose de una sociedad sumamente polarizada, exigía el despido de los miembros blancos del grupo; mientras que Epic Records reclamaba producir en una forma más comercializable, temiendo que Stand! haya sido solo un golpe de suerte. Así que, en efecto, el mayor de los Stewart entró en una espiral de adicciones de la que ya no saldría jamás.

“Sly and the Family Stone created a musical utopia: an interracial group of men and women who blended funk, rock and positive vibes.”

Rolling Stone.

Cargando siempre consigo un estuche de violín lleno de cocaína, Sly perdió la cabeza poco a poco. Víctima de una paranoia sin precedentes, contrató un par de guardaespaldas con antecedentes criminales para protegerlo de sus enemigos -varios de ellos miembros de la agrupación y del staff-.

Su desilusión era más que palpable tras la temprana muerte de sus ideales mientras el mundo pasaba por una de las etapas más agitadas en tiempos recientes, dominada por la lucha por lo derechos civiles, la guerra fría y la carrera espacial.

A pesar del errático comportamiento de su fuerza motora, la Family Stone publicó en 1971 el grandísimo sencillo Thank you (Falettinme be mice elf agin) y el superlativo álbum There’s a Riot Goin’ On, el cual incluía canciones como Just like a baby, Family affair y Runnin’ away.

El innovador uso de la caja de ritmos y la técnica slapping en algunos de los temas solo exponenció la importancia de la banda dentro del emergente circuito funk de los setenta, con todo y que el sonido era claramente más oscuro, abstracto y claustrofóbico.

Tras esta rotunda confirmación de Sly como una superestrella, el abismo entre él y el resto de la banda solo se ensanchaba con el paso de los días. Las tensiones llegaron a su punto más alto cuando sus guardaespaldas le hicieron saber sobre una supuesta conversación en la que Larry Graham dijo que lo mandaría a asesinar; este decidió adelantarse y amenazó de muerte al bajista en plena gira. Temiendo por su vida, Larry abandonó la agrupación junto a su esposa y al poco tiempo fundaría la genial Graham Central Station.

Ya para 1973, lo que parecía era una situación insostenible, dio pie a otro excelente trabajo con Fresh. Debido a temas como In time, If you want me to stay y una rejuvenecida versión de Que será, será (Whatever will be, will be), el álbum se colocó como un clásico indiscutible del género; sin embargo, para bien o para mal, supuso un fracaso en ventas.

Por fin, con los álbumes Small Talk (1974) y High on You (1975), tantas crisis y pesadillas durante los años anteriores alcanzaron a la música. La banda proponía canciones cada vez más complejas, arrastraban las notas y las voces -lo que luego sería la plantilla básica del hip-hop-, algo que, aunque marcaría a la contracultura para siempre, el público general no aprobó.

Para 1976, el show ya había terminado; si bien, no en el papel, sí en la práctica. Tanto staff, promotores y miembros de la Family Stone abandonaron a Sly, quien pasó de ser una superestrella multimillonaria, hermética, desesperanzada y drogadicta que enloquecía lentamente en una gran mansión a poco más que un demente de la calle.

Durante los siguientes años, este siguió publicando álbumes bajo el nombre de la toda la banda; sin embargo, ni la portada donde se le ve cargando todos los instrumentos (Heard Ya Missed Me, Well I’m Back, 1976), ni sus ingeniosos títulos (Back on the Right Track, 1979), lograron engañar a nadie, lo que desembocó en su retirada de la escena pública una vez entrados los ochenta.

Curiosamente, y, a pesar de que llegó a colaborar con otra leyenda del funk como George Clinton, pasó más tiempo en centros de rehabilitación durante la década que en los estudios de grabación. Aún así, sus adicciones no parecían ceder ni un centímetro de terreno contra el cantante.

De hecho, se sabe que para el 2011, Sly no tenía hogar y que vivía en un camper en Los Ángeles. También, es bien sabido que Freddie se retiró de la música para convertirse en pastor evangelista, que Rose siguió participando en una serie de actos estilo Motown, mientras que la gran mayoría de la banda se dedicó a tocar en estudios.

Aunque la luz de aquella entrañable banda pilar del funk brilló con gran intensidad por algo más de cuatro años, lograron un efecto asombroso, duradero e irreversible en la música.

Muchos de sus discípulos se encuentran en el Olimpo de las estrellas del ayer y hoy como Miles Davis, Brian Eno, Michael Jackson, Stevie Wonder, Prince, Outkast, y cientos más.

Sly & The Family Stone lo tuvo todo para convertirse en el acto insignia de América, en lugar de ser solo una banda de culto cuyo legado, aunque más que patente, pasa desapercibido en la opinión pública. Una grandísima banda inclusiva con todas sus letras, didacta como pocas hasta la fecha, idealista en cada nota desprendida de sus instrumentos, y que, a pesar de todo, murió víctima de su propia idiosincrasia.

“There are two types of black music: black music before Sly Stone, and black music after Sly Stone

Joel Selvin.

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