Spencer (2021)

Por Sergio Muñoz

“Fábula de una tragedia real” es como abre Spencer, la nueva película del director chileno Pablo Larraín, un texto que nos sitúa en el retrato que el director crea sobre una de las figuras más emblemáticas del siglo XX: la Princesa Diana.

Spencer se centra en seguir durante tres días la vida diaria de la Princesa Diana, interpretada por Kristen Stewart. El filme nos irá presentando la relación que Diana tiene con sus hijos, la familia real e incluso los empleados. Al mismo tiempo, iremos aprendiendo del conflicto psicológico que nuestra protagonista irá viviendo gracias a los obstáculos dentro de todas estas relaciones: estar cerca de sus hijos, la presión por parte de la familia Real, su amistad con Maggie, una de las empleadas.

Larraín nos entrega un trabajo fresco que no se siente como la docena de biopics que se han estrenado en los últimos años, lo cual es un excelente trabajo. Desde la fotografía, el montaje, el diseño de producción y la banda sonora de Johnny Greenwood, Larraín usa cada elemento de la película como un instrumento para convertir a Spencer en una orquesta gigantesca; en un fantástico esfuerzo por decidir específicamente cómo mostrar cada cuadro de la cinta de acuerdo a lo que nuestro personaje principal va viviendo, ya sea frente a ella o dentro de su cabeza. 

Así mismo, Kristen Stewart encarna a la Princesa Diana, adaptándose, y partiendo de una faceta de Diana que probablemente jamás conocimos: una versión más íntima y privada, fuera de lo que el mundo conoció de ella.

¿Es una adaptación fiel?

Tal vez sí, tal vez no. Pero el trabajo de Stewart es indudablemente único. No sobra también aplaudir el gran trabajo del resto del reparto, más que nada el increíble Timothy Spall.

Spencer está lejos de ser perfecta y esto se debe al guión, el cual arrastra a nuestro personaje desde la miseria hasta la felicidad, algo que desarrolla con un simbolismo muy poco sutil. Sí, sentimos el peregrinar del personaje, pero su ejecución llega a sentirse directo a la cara. Hay momentos donde la Princesa Diana tiene secuencias de sueños cercanos a lo surreal o incluso diálogos muy forzados y poco naturales que solo funcionan para dar el mensaje de la película. Muchos de los diálogos llegan a sentirse muy embellecidos y dramatizados al punto que nos hace preguntarnos si en serio los humanos hablamos así.  

Spencer hace un gran trabajo al crear una nueva versión de lo que pudo haber sido la vida íntima de la Princesa Diana, y que a pesar de sus problemas de guión, la película no deja de brillar gracias al excelente dirección de Larraín y la fantástica actuación de Kristen Stewart con todo el elenco a su alrededor.

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