Por Kevin Alcaraz
Durante la neblina del Verano del Amor, emergió la banda más anti hippie posible, cuyas enseñanzas, no solo sirvieron como piedra angular del punk, sino que fungieron como catalizador entre el garage rock y cualquier movimiento musical con distorsión. Como era de esperarse, eran poseedores de una nula habilidad instrumental e infamaron al rock and roll; pero mostraron que, al igual que en el día a día, en la industria del entretenimiento, una actitud aplastante puede bastar para ganarse el pan.
A finales de los sesenta, en el frío y desolado clima de la Ciudad Motor, las brasas de la escuela hot y blues de Chicago inspiraron a un jovencísimo James Newell Osterberg a formar su propio proyecto afrodescendiente.
Luego de calar en varias bandas locales, entre ellas The Iguanas -lo que le valió su mote de ¨Iggy¨-, ser referenciado a una supuesta celebridad de Detroit conocida como ¨Pop¨ –completando así su seudónimo-, y pasar cerca de 17,000 horas viendo The Three Stooges, finalmente fundó la banda de sus sueños en 1967: The Psychedelic Stooges.
Así, Iggy Pop en las voces, Dave Alexander en el bajo, y los hermanos Ashton, Ron en la guitarra y Scott en la batería, partieron de la sana idea de componer el blues más anglosajón posible con influencias de los británicos Kinks. Sin embargo, tan desasociados de la realidad estaban que cuando salieron los primeros acordes de sus instrumentos, el sonido que emanaban era mugriento y completamente carente de sentido.

“I’ve never met a convincing musician that didn’t look kind of ill and kind of dirty, and Ron had those two things covered!”
Iggy Pop.
Simultáneamente, Michigan también servía de cuna para otro acto insignia en el desarrollo del hard rock: MC5, quienes no tardaron en ser reclutados por Elektra Records. En el proceso, los directivos no pudieron evitar notar a los recién acotados Stooges; y es que, sus miembros eran más estridentes, salvajes y crudos que sus colegas; sin mencionar que su intransigente vocalista se untaba el desayuno en el pecho y practicaba cuasi pornografía en el escenario. Ambas bandas fueron firmadas por la disquera, la primera recibió $20,000 dólares, y la segunda $5,000.
El producto de dicho presupuesto fue el álbum debut homónimo publicado en 1969, en que usaron aspiradoras, licuadoras, embudos, guitarras hawaianas baratas, bidones para aceite y martillos de bola para darle cuerpo a los sensacionales temas 1969, No fun y I wanna be your dog. 34 minutos que suenan más a un accidente que a un trabajo consciente.
Siendo que apenas se colocaron unas cuantas copias en la escena local, la banda fue enviada a Nueva York con el fin de ser disciplinada musicalmente por la Velvet Underground –el peor ejemplo disponible en el mercado-. En su breve paso por la Gran Manzana, los Stooges no solo mostraron no ser cerebrales como Lou Reed y compañía, sino que demostraron ser incapaces de aprender un carajo; se convirtieron en la más morbosa representación del sexo, drogas y rock and roll y eran percibidos como personas no gratas aun en la clandestinidad.

“They were more like industrial theater than a ‘rock’ band.”
Jason Jones.
Con más rabia que nunca, y ya habiendo dejado una importante semilla en la costa este –misma que vería sus frutos unos años después-, Steve Mackay fue contratado por la banda, en un intento por refinar un poco el nuevo material. Así fue que se grabó Fun House (1970); un álbum aún más intenso y visceral que su predecesor.
Down on the street y Dirt alzaron la vara de la música ¨Clase B¨ a niveles incansables. Incluso, la revista Rolling Stone calificó al grupo como ruidoso, aburrido, sin gusto, sin imaginación e infantil; en otras palabras, una grandísima banda de punk.
Por aquel entonces, Iggy ya había popularizado el acto de lanzarse sobre el público, lo que hoy se le conoce como stage diving. Claro que, en un inicio, cuando el cantante intentó arrojarse a la audiencia, su rostro y sus 70 kilogramos de peso se encontraron con el suelo al menos una docena de veces, mucho antes de inmortalizar esta práctica que ha trascendido al rock mismo con el paso de las décadas.

“You had to admire that kind of courage – assuming he lived!”
Jac Holzman.
En 1970, en un acto de completo cinismo, Alexander fue despedido del proyecto por presentarse alcoholizado a un concierto; unos meses después toda la banda fue rescindida por Elektra Records dadas las precarias condiciones de los miembros a causa de la heroína. De hecho, habían empeñado sus instrumentos para pagar las drogas que consumían.
Luego de meses sin disquera, ni dinero para salir de gira, y menos aún para grabar el siguiente trabajo, Iggy Pop conoció a su contraparte británica y educada: David Bowie –quien pasaba por la gloriosa época del Ziggy Stardust-. Juntos, convencieron a Columbia Records de darle un contrato al grupo, siempre y cuando David estuviera detrás de la consola, y así fue.
Raw Power vio la luz bajo el nombre de Iggy and The Stooges en 1973. Este, llegó con James Williamson en la guitarra, Ron Ashton en el bajo, con la misma baja calidad, con más crudeza y mucho más poder. Search and destroy, Gimme danger y el tema homónimo fueron una auténtica declaración de principios que apeló al álbum como uno de los hitos musicales más primitivos, influyentes y subestimados en la historia. Décadas después Kurt Cobain confesó que se trataba de su disco favorito.

Lastimosamente, la banda no era capaz de vender ni la mitad de un vinilo. Aún así, se embarcaron en una gira promocional que lo único que logró fue que el legado del grupo se enraizara profundamente en los corazones de una nueva generación de renegados neoyorquinos, especialmente en Television, Patti Smith, New York Dolls y los Ramones; es decir, dieron forma al amanecer del punk mundial –con el perdón de los peruanos-.
Aunque grabaron algunas piezas con el fin de publicarlas, los Stooges se desintegraron en febrero de 1974 ante la insostenible adicción de Iggy.
Al decir verdad, este, siendo exactamente el mismo personaje errático que antes, luego se convirtió en un icono durante el apogeo punk de 1977 con la publicación de The Idiot y The Passenger –ambos a lado de Bowie-. Sin embargo, el resto de los integrantes no contaron con la misma suerte; Ron intentó emprender una serie de proyectos musicales y actorales de bajo presupuesto, para luego graduarse como ingeniero electrónico; Scott siguió tocando en bandas locales al tiempo en que se convertía en un ciudadano de a pie; mientras que Dave murió en 1975 a causa de un edema pulmonar relacionado al excesivo consumo de alcohol.

Los Stooges volvieron breve, sorpresiva y superlativamente a mediados de los dos mil para presentarse en todos los continentes, así como para grabar The Weirdness en 2007 y Ready to Die en 2013 –el primero aún con Ron en la guitarra, antes de morir en 2009, y el segundo aún con Scott en la batería, antes de morir en 2014, y con Steve en el saxofón, antes de morir en 2015-.
Viendo en retrospectiva, hablar del profundo impacto de la banda en la escena punk es redundante. Más aún, la totalidad de los actos neoyorquinos y londinenses durante los siguientes diez años a su disolución, de forma consciente o no, rindieron tributo a Iggy y a sus secuaces.
Irónicamente, los Stooges cuentan con más miembros fallecidos que álbumes de estudio; hecho que acentúa lo logrado por todas aquellas pistas que compusieron. Cada riff sobre amplificado y repetitivo con una ingente retroalimentación dieron fe y legalidad de que, este grupo fundó toda su creatividad en tomar cualquier influencia disponible a tres metros a la redonda, para luego inyectarle éxtasis y energía anfetamínica. Una banda de antología que vivió al cien por ciento y con cero delicadezas.
“My dream was just to do something really good and really cool.”
Iggy Pop.