Por Hedryshot
Después de haber sido enterrado por más de 15 años, al fin ve la luz “Toy”. Éste es un álbum grabado a inicios de los 2000´s producto del material sesentero preparado para una presentación en el festival de Glastonbury como parte del “Hours Tour”. Según Chuck Arnold, Virgin Records decidió no hacer el lanzamiento digital sorpresa que Bowie tenía pensado para enforcar sus esfuerzos en el material “Heathen”.
“Toy: Box” contiene casi tres horas de Bowie y su banda tocando en el estudio a manera de sesión conjunta.
Prácticamente se trata de un set de 12-14 canciones, su versión alternativa de mezcla y una iteración semi acústica del mismo. Para fanáticos del camaleónico artista, es una verdadera joya y una doble mirada a través del tiempo hacia el pasado.
“Toy” es un testamento de la relevancia de Bowie como artista. En lugar de convertirse en una parodia de sí mismo, al revisitar canciones de otra época (no con uno sino con dos giros), permite atestiguar a un artista aún en el goce de sus facultades creativas. Aunque para quién no es un seguidor de David Bowie, pudiera resultar tedioso escuchar cada canción tres veces.

Casi a la par de este lanzamiento, se dio a conocer que los administradores del patrimonio de Bowie vendieron el catálogo completo a Warner Chapelle Music.
Después de escuchar “Toy”, afortunadamente no se siente como un trabajo sin terminar; tiene más bien, el tinte de el cumplimiento de una promesa a el fallecido compositor. Este es un acto hecho con respeto y admiración.
Este novedoso compendio permite a quien lo escuche, saborear un momento antes de la época dorada de Bowie en los setentas. Antes de Hunky Doy, Ziggy Stardust, Young Americans y Heroes.

Si estás pensando en darle una oportunidad a este material, prepárate para una velada llena de canciones pegajosas y fáciles de digerir. Si conoces los grandes éxitos, podrás darte cuenta en piezas como “Hole in the ground” del desarrollo melódico y lírico de Bowie a través de los años y de la evolución de su sonido.