Por David Ayón
Al pensar en un videojuego nuevo siempre consideramos la jugabilidad, la renovación de los gráficos, la realidad que nos pueda dar, pero algo que ha estado quedando detrás ha sido la forma en la que la música nos ingresa al mundo en el que jugamos.
Muchas veces ya no se crean los “himnos” que nos hacen recordar un juego al instante, esa tonada que te transporta a tu primer consola, tu primer juego, cuando después de hacer tu tareas te ponías a jugar, y cuando te trababas no tenías más que comprar una revista o buscar en Explorer como salir de ese rompecabezas que literalmente ¡te rompía la cabeza!
No hablemos simplemente de temas principales, simplemente bandas sonoras que te ambientan de tal forma que realmente te sientes Link, Max, Ellie o Joel, Steve, o incluso Mario y Master Chief.
Es el diseño de la banda sonora la que más ayuda a ingresarte al universo de un videojuego, más que los gráficos, más que la jugabilidad, ya que esta te ayuda a “creerte” que estás en ese universo.
Hay miles de ejemplos, pero estos son los videojuegos que mis oídos recuerdan…

Uno de mis primero recuerdos de jugar algún videojuego fue The Legend of Zelda en sus diferentes presentaciones y consolas, y cada juego me ha impresionado, desde Ocarina of Time, Twilight Princess, Breath of The Wild, etc., y en cada uno de esos juegos su banda sonora me hiela hasta la sangre, me pone los pelos de punta.
Pero ¿qué hacía a Zelda un juego tan épico y hermoso de escuchar? Definitivamente la gran cantidad de instrumentos de vientos que cada nivel te presentaba de una forma tan exacta.
¿Quién no recuerda entrar al Valle Gerudo y sentirte en otra tierra tan diferente a todo el juego cambiando de vientos a cuerdas tan ritmicas?
¿Entrar al bosque perdido y sentirte tan impresionado por cada cosa que encontrabas y la música te incitaba a buscar más?, no podía evitar imaginarme siendo Link, recorriendo un mundo desconocido para salvar a la hermosa princesa Zelda y restablecer el orden en el reino de Hyrule.
Incluso en mi recuerdo más reciente, con Breath of the Wild, en la prepa con la Switch de mi mejor amigo, al escuchar el tema principal no pude evitar derramar una lágrima después de tantos años sin jugar un título de Zelda.
Al igual me recordó a mi infanci, cuando -mi papá- viendo mi gran amor a la saga me llevó a la Sinfonía de la Diosa en el Auditorio Telmex, y en cada canción no podía evitar recordar cada nivel que superé, también recuerdo la vez que fui a ver a Lindsey Stirling, la violinista geek por excelencia, en su primer concierto en Guadalajara y lloré y grité de la emoción al ver como interpretaba con su violín diversos temas de la saga.
Hay ejemplos pequeños que, aunque no se sea fan de piel colorada del videojuego o saga todos podemos reconocer porque quedan grabados en nuestra memoria y en la cultura pop que donde lo lleguemos a escuchar, nos hace recordar haberlo jugado o nos crea una sensación de falsa nostalgia.
La monedita o estrella de Mario Bros., los anillos de Sonic, un buen ¡Hadouken¡, e incluso gracias a la misma cultura pop se llegan a convertir en hermosos memes, ¿recuerdan cuando se volvió popular de nuevo el épico tema de Halo?, tan nostálgico y épico, escuchando eso te sentías listo para la batalla, para salir al espacio y enfréntate a miles de alienígenas.



Aún en la actualidad hay grandes videojuegos que destacan en su banda sonora o su sondtrack, uno de ellos es Life Is Strange, y oh gran juego, cada canción del soundtrack te hace sentir como Max, abrumada por la vida, por las decisiones que debes de tomar y sus futuras consecuencias, y sin dudarlo no hay dolor más grande en este juego que escuchar Spanish Sahara (Foals, 2010) después de escoger salvar la vida de tu pueblo, volver en el tiempo y dejar que asesinen a tu mejor amiga y el amor de tu vida, mientras revives todo el juego sabiendo lo que pudo ser.
Un ejemplo similar, aunque sin un soundtrack son los dos juegos de The Last of Us, que con su sencilla y a veces solitaria guitarra te da una sensación de extraña calma en un mundo tan
caótico.
Siempre amaba poner el juego y simplemente dejar la pantalla inicial para escuchar su banda sonora, realmente me sentía solo, tranquilo, en un mundo desolado, intentando con la guitarra encontrar un escape a la gran misión y responsabilidad que tenía por delante.
Y no solo eso es impresionante, su diseño sonoro es innovador e impresionante, siendo de los primeros en utilizar tecnología para escuchar ciertas cosas dependiendo de cómo estabas posicionado, como también el gran diseño que utilizaron para la gran cantidad de zombies y la forma en que sonaba, no había nada más aterrador que escuchar a un clicker cerca de ti.
Y como hablar de una banda sonora en un videojuego sin hablar de Minecraft, que no hay nada más tranquilo que construir tu casa al atardecer, con unos beats tan relajantes del artista C418 que, de alguna forma, aunque siendo aleatorio la forma en la que te muestran su banda sonora, da justo en el punto de la construcción y la exploración de un mundo desconocido.
Y el fenómeno de Minecraft me parece muy interesante, ya que considero que ayudó mucho al nacimiento de la música LoFi, que basa mucho en beats sencillos y relajantes, que en mi opinión añaden una sensación de nostalgia debido al ruido que muchas veces lleva que recuerdan mucho a las consolas retro.
Conociendo además grandes bandas sonoras y grandes juegos que siguen existiendo y se siguen creando, estos son definitivamente los videojuegos que mis oídos recuerdan con tanta calidez y tanto amor.